viernes, 21 de octubre de 2022

Apostar por la sanidad pública

No estoy proponiendo esta opción no solo a las administraciones públicas o a los partidos políticos sino también a la ciudadania.

La ciudadanía elegimos la sanidad privada porque nos atiende más rápido, nos dejan elegir más, nos resulta más cómodo, nos facilitan el que nos pueda acompañar un familiar. 

Yo, como funcionario público, he podido tener la asistencia sanitaria en compañías privadas lo que siempre me resultó contradictorio. Y las utilice cuando tuve a los hijos pequeños porque me quitaba el agobio de encontrar asistencia pediátrica inmediata. Pero cuando tuve un cólico nefrítico y el enfermero que me atendió me dejó el brazo como un colador, decidí pasarme a la seguridad social. Para entonces había verificado que la inmediatez de atención no era la que esperaba y no empatizaba con los profesionales que me encontraba, por no señalar de consultorios de espacio reducido.

Así, cuando tuve la oportunidad, me pasé a la asistencia sanitaria de la seguridad social. Acudí al centro de salud para elegir profesional de Medicina Interna y confié en la funcionaria que me gestionaba la solicitud. Sólo dije que me daba igual mañana o tarde pero que fuera uno buena. Y me eligió a la mejor: Valentina. Cuando ella cambio la consulta de la tarde a la mañana, el puñetero sistema considero que yo debía estar en una consulta vespertina, así que tuve que acudir para que de nuevo me pusieran con ella. Afortunadamente, todavía tenía cupo porque somos muchos los que preferimos esperar unos minutos de la hora de citación, ya que Valentina dedica más tiempo del asignado a los pacientes que lo precisan.

Apostar por la sanidad pública no sólo significa aplaudir desde los balcones, sino también ser respetuosos, comprensivos y cordiales con los y las profesionales sanitarias.

Debemos apoyarles en sus reivindicaciones ante la Administración.
Debemos ser comprensivos con sus decisiones, pueden ser erróneas porque la medicina no es una ciencia exacta, pero ayudemos en encontrar la solución a nuestros males.
Debemos ser cordiales, si nuestra situación lo permite: una sonrisa ayuda más que un mal gesto.
La sociedad no puede admitir los hechos violentos a nuestros profesionales sanitarios porque sino los “buenos” se marcharán a otros lugares donde les reconozcan mejor su trabajo. No solo con más sueldo, que es una forma de reconocimiento, porque si sólo les moviera el sueldo ya no nos quedarían los “buenos” .


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