Aquella mañana fría estaba despejado. El viento había retirado toda la nubosidad del valle. Viajaba camino de Madrid y sorpresa:
De repente ante mi parabrisas apareció el Kilimanyaro español: el MONCAYO. Una pena ir conduciendo para poder hacer fotos o pararse a contemplarlo. Pero la percepción de esa visión del valle con esa montaña nevada al fondo, me hizo pensar lo poco que se valora lo que tenemos próximo.
Deberíamos cambiar ese escudo de cruces, cabezas cortadas de moros y barras ensangrentadas por otra más lírica como la de el Moncayo nevado que muestra la naturaleza del valle, la necesidad de conservar la naturaleza. Pero el Moncayo también significa la montaña que compartimos con las gentes castellanas de Soria.
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