g) El educador social entiende que la Educación Social ha estado más atendida por profesionales sin especializar (35%), que por voluntarios (31%).
– Es ésta una de las evidencias empíricas de la polarización.
– La correlación con el ámbito clásico al que se adscribe el educador social (especializados, adultos, animadores) es estadísticamente nula.
h) El educador social atribuye a su desarrollo profesional las siguientes competencias:
– Competencias valoradas (valoración porcentual +10%): conducta ética y profesional; habilidades comunicativas; sensibilidad hacia la diversidad; capacidad de observación, diagnóstico y evaluación; capacidad de crítica y mejora social
– Competencias residuales (–10%): estrategias de resolución de conflictos; dinamización de grupos; habilidades de comunicación en equipos de trabajo; capacidad de diseño de programas comunitarios; capacidad de desarrollo de programas comunitarios; capacidad de gestión.
Se ha de resaltar, sin embargo, el énfasis en la ética
i) El educador social se mantiene favorable a una evaluación de programas porque le confiere una finalidad de mejora (80%). Indicador éste que sirve de ejemplo en el grado de profesionalización del educador social.
j) El educador social, atento a la variabilidad del entorno, valora positivamente los siguientes ámbitos de acción emergentes:
- La violencia de género (en primer lugar para el 39%)
- La atención socio-laboral a las familias inmigrantes (en segundo lugar para el 31%)
- Compensación para los hijos de inmigrantes en los primeros años de escolarización (el tercer lugar para el 28%)
- La mediación intercultural (en último lugar para el 31%)
- La dinamización socio-cultural y ecológica (en último lugar para el 57%)
Los animadores socio–culturales reafirman en primer lugar la violencia de género, en tanto que para los educadores especializados resultan la atención a inmigrantes.
k) Cuando el educador social se sitúa en la práctica, prima el sentido educativo de la Educación Social.
Los educadores de las personas adultas se diferencian con mayor nitidez del resto de los educadores sociales; en tanto que los educadores especializados y los animadores socio–culturales aparecen globalmente más próximos; a la vez, se aprecia una mayor coherencia interna en el primer colectivo, y mayores contradicciones entre los animadores.
l) Cuando el educador social se sitúa en la práctica, entiende que las tareas principales son la “atención individualizada” (36%) y el “diseño, gestión y evaluación” (31%).
Recuérdese, sin embargo, que relación y gestión no aparecían de entre las competencias teóricas consideradas básicas en el discurso del educador social.
m) Para un mayoritario 51% la Educación Social se ha de adscribir a Bienestar Social, en tanto que un 23% entiende que la dependencia orgánica corresponde a Educación.
n) En todo caso, sea cual fuere la adscripción, el educador social se siente bastante autónomo en su cotidianidad profesional, frente al encorsetamiento paradójico de su praxis.”
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