La mayoría de las reformas vienen desde arriba y eso casi significa su muerte.
Porque al de arriba nunca se le hace caso, porque nos preguntamos qué oculto y soterrado interés le invitan a promover el cambio.
Además todo cambio nos obliga a asimilarlo y acomodarnos. Por eso, el resultado final se parece poco a lo que pretendió el legislador. Cada uno toma la propuesta, trata de asimilar, de entenderla y luego una vez interpretada con su diccionario personal, pasa a acomodarla a lo que venía haciendo.
Finalmente, algo avanzamos aunque no tanto como el "innovador", como el "reformista" desearían.
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1 comentario:
Las reformas viene desde arriba y las revoluciones desde abajo. Es un flujo interno entre representantes y representados, tan intenso como el que se libra en el interior de un astro del firmamento, donde las fuerzas nucleares pugnan con las gravitatorias por el equilibrio astronómico.
El siglo XXI es el de las reformas, no el de las revoluciones. Los sistemas democráticos y los estados de derecho significan de facto el fin de cualquier intento de revolución. (Por descontado significan otras cosas también, claro, como fondo de garantías sociales, económicas y jurídicas). Pero a nivel de cambios, reformas y revoluciones, el siglo XXI no se augura como punto de inflexión de ninguna causa.
Las fuerzas gravitatorias de un astro estelar vencen siempre la batalla contra las nucleares, porque la estrella se queda antes sin energía que sin masa (si es que ambas cosas no son lo mismo, como dirían los físicos). Y algo parecido sucede en nuestra sociedad terrícola. Las fuerzas legislativas (el estado de derecho, la gravedad) se impone ante el empuje de las iniciativas humanas, que no es más que un combustible generacional que se va desgastando hasta ceder su empuje en favor del orden gravitatorio establecido.
Saludos
Alumnator
Filósofo, físico y podólogo especializado en juanetes y otras durezas de los pieses.
Saludos
Alumnator
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