Autor: EDUARDO ALVIRA
Buenas tardes. Cuando me ofrecí voluntario para hablar en nuestra
graduación, lo hice sin pensar mucho en lo que todo esto conlleva, pero luego
escribiendo todas estas tonterías sin sentido que os voy a contar hoy,
reflexioné un poco, y me dije a mi mismo, que un atractivo veterano de guerra
como yo, era idóneo para dedicar unas breves palabras, a las personas con las cuales había compartido los
mejores cuatro años de mi vida.
En este brindis tan particular, al que no estoy muy acostumbrado por
la incomprensible falta de cerveza en este acto, quería brindar por esta
magnifica generación de magisterio, por todos aquellos con los hemos compartido
momentos únicos, con los que hemos reído, con los que hemos bailado, e incluso
con los que muy de vez en cuando, hasta hemos estudiado.
Como hemos cursado un grado universitario se supone que hemos
aprendido cosas realmente interesantes para nuestra formación. Es verdad que la
lengua, las mates, la psicología y todos esos conocimientos que nos obligan a
cursar, están muy bien, son necesarios, pero yo me voy a referir a otro tipo de
cosas. Voy a hablar de ese tipo de aprendizajes que van más allá de nuestra
profesión, y que son realmente útiles para tener una vida sana.
Por su puesto en primer lugar, me gustaría empezar por aquellos que
dan sentido a nuestra profesión, esos niños incansables, llenos de felicidad y de
ilusión. Ellos me han enseñado algo muy importante, que es sonreírle a la vida. Sonreírle
a la vida parece un concepto fácil, pero no todos lo practican en su día a día.
Este tipo de gente es alegre, es positiva, y es feliz con poca cosa. Al fin y
al cabo este tipo personas suman, aportan, construyen cosas bonitas, y hacen
que disfrutes en cada momento de lo que haces. La mayoría de los niños son así,
pero vosotros también lo sois, sois buena gente, ese tipo de personas de las
que a mí me gustaría rodearme en un futuro. Desde luego de los que estamos aquí,
ninguno cambiábamos nuestra profesión por nada, porque nos gusta contagiar
sonrisas, y compartir nuestro tiempo con ellos, aportándoles lo máximo posible
para su educación. Esto es muy fácil de decirlo ahora, a estas alturas de
nuestra vida, pero ¿qué me decís dentro de 40 años? ¿Creéis que seguiremos
igual? Es muy complicado… para
mantener encendida esa llama se necesita pasión, que es otra cosa interesante que
he aprendido durante estos años.
No es nada difícil
entender lo que es ser
apasionado, cuando tienes un profesor que durante los últimos momentos
de su vida se dedica a impartir su cátedra como si fuera el primero. Me refiero
sin duda al gran Jacinto Montenegro, que nos dejo hace unos meses. Este
peculiar profesor, que ha marcado nuestra formación como tantos otros, te podía gustar más o menos, pero no podéis
negarme que en sus ojos se veía que disfrutaba con esto. Y por tanto creo que
la meta de cualquiera de nosotros, es seguir disfrutando el mayor tiempo
posible sintiendo esa pasión por enseñar, y de esta manera conseguiremos
cambiar un poco el rumbo de esta sociedad, e inculcar dentro de nuestras
posibilidades valores fundamentales como el esfuerzo y la constancia.
Por mostrarme este tipo
de cosas y otras muchas más, que la mayoría de profesores han intentado
hacernos ver, me gustaría darles las gracias, ya que muchos de ellos cobrando
un sueldo ridículo, han sido parte fundamental de nuestra formación, y es
verdad que en ocasiones no se lo ponemos del todo fácil.
De mostrar gratitud va
precisamente mi tercer y último aprendizaje. Hay que dar las gracias más a
menudo…. que nos cuesta decir… gracias… de veras, las reglas de acción de Peñarrubia
que me has pasado estaban perfectamente redactadas. O…muchas gracias tío, por ayudarme
con estas infernales TCS de mates.
No cuesta nada ser agradecido. ¿Cuántas veces hemos dado las gracias a nuestros
padres por pagarnos los estudios, o por interesarse cada día por nuestras insignificantes
penurias de estudiante? Pensadlo bien, nunca lo hacemos… porque somos
desagradecidos por naturaleza, y en realidad tampoco cuesta tanto.
La gente que siempre está ahí, y te ayuda inconscientemente a
conseguir tus objetivos hay que cuidarla. Por ello yo pienso que hay que dar
las gracias al que invierte su tiempo en ti, a los que intentan que cambies
actitudes, que espabiles, que reacciones cuando estés haciendo las cosas mal. Porque
cuando pasen de ti y te ignoren… querrá decir que han perdido toda la esperanza
y habrán dejado de creer en ti.
Lo dicho no le deis más vueltas a vuestro futuro, Sonreíd siempre que
podáis, vivir la vida con mucha pasión y no dejéis nunca de dar las gracias. Muchísimas
gracias. Os quiero.
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