Antes del obligado confinamiento, la inclusividad de todos los escolares y los aprendices se beneficiaba con el uso de las TIC o las TAC que permitían adaptar el currículum individualmente a las personas que tenían alguna necesidad específica por una disfunción sensorial, perceptiva o social.
Pero llegada la pandemia y la necesidad de cerrar las escuelas hasta tanto encontremos una vacuna o una organización que nos permita tener en las escuelas a todos los escolares, la necesidad de disponer una tecnología suficiente para atender las necesidades formativas de esta población especial y específicamente necesitada ha provocado un ensanchamiento de la brecha.
Está constatada la necesidad de que determinados aprendizajes es necesario hacerlos en compañía, con la ayuda y con el apoyo de otro, ya sean los coetáneos o los profesionales de la educación.
Otra cuestión que nos ha “pillado” sin haber hecho suficiente reflexión de cómo abordarla en una situación compleja afectada por una pandemia que, por lo que nos anuncian amenazadoramente, no será la última.
jueves, 4 de junio de 2020
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