Mi historia audiovisual

 Durante la gala del I Festival de Cine y Educación de la Facultad de Educación, me puse a recordar en qué cuestiones relacionadas estuve implicado durante mis 42 años en la formación del profesorado. Quizás porque Francho Versicos me recuerda que fui yo quien le metió el gusanillo de la innovación y de la tecnología,

La primera aproximación  fue en el Año 1984: Un proyecto de innovación financiado por el CIDE titulado "Aprender a enseñar comunicando y comunicar enseñando a aprender: Aprendizaje interdisciplinar con video". Se trataba de que los alumnos aprendiesen dos asignaturas un tanto alejadas como Organización Escolar y Didáctica del Francés. De ese curso, recuerdo múltiples reuniones para tomar decisiones colegiadas entre el profesorado y el alumnado. Una rica experiencia en mis primeros años como docente.

Ya en una asignatura de las especialidades de Educación Infantil y de Educación Especial había comenzado a hacer análisis de anuncios publicitarios para iniciar a los estudiantes en el conocimiento de los códigos de la imagen. El libro de mi profesor Rodriguez Diéguez, "Las funciones de la imagen en la enseñanza", donde analizaba comics y carteles publicitarios/propaganda, constituían mi inspiración y mi convencimiento de que el profesorado del final de siglo y principios del siglo XXI necesitaría ser competente en la lectura de la imagen.

Aprovechamos los magnetoscopios de un infrautilizado  CCTV para hacer los montajes de pequeños cortos y documentales con finalidad didáctica que ganaron calidad cuando pudimos adquirir una Mesa de edición. Fue la solución cuando la llegada de la asignatura de "Nuevas Tecnologías de la Información" nos "pilló" sin ordenadores suficientes como para hacer prácticas.

Luego, cuando fui Decano, Fernando Yarza llegó con su entusiasmo a implicar a la Facultad en la participación en el festival de cine de Zaragoza y en la colaboración con la Fundación Gimenez Abad en los Premios a los mejores cortometrajes escolares "Valores Educativos y Ciudadanos".

Desde mi lectura del libro de Diéguez, allá por el año 1974, hasta la actualidad; he considerado que la imagen era un lenguaje que el magisterio debería dominar porque las nuevas generaciones han nacido con la televisión en color, con las cámaras portátiles o con los smartphone.