En la vertiente mediterránea de la península Ibérica, los primeros pobladores llegaron por el mar pero su asentamiento en la costa conllevaba problemas de seguridad. La llegada de otros pueblos o simplemente de corsarios invitaban a que la ubicación de la población se situara en un alto desde el que divisar su llegada, así como la posibilidad de cultivar fértiles tierras en los alrededores de la colina.
En la década de los cincuenta y los sesenta con la popularización de las vacaciones junto al mar, algunos o casi todos de estos municipios comenzaron a tener asentamiento junto a la costa. Por haberlos visitado con frecuencia, singularizaré, Miami Platja del municipio de Mont-roig del Camp y L’Ampolla de El Perelló.
La fracción marina fue creciendo hasta convertirse en mayor que la originaria población. L’Ampolla alcanzó su autonomía municipal en 1989 tras separarse de El Perelló después de varios años de litigios. La Ampolla había sido declarado municipio en 1937 pero la segregación quedó anulada al finalizar la guerra civil española.
Miami Platja se empezó a construir en 1952 por iniciativa de Marcelino Esquius en un antiguo coto de caza del Marqués de Marianao. Desde aquella fecha, el rápido ritmo de construcción y las urbanizaciones de lujo nacidas en su entorno han convertido a Miami en un pueblo con identidad propia. En su caso, siguió vinculado a Mont- Roig gracias a una política de implantación de servicios en la “marina” como biblioteca, policía local, ambulatorio sanitario, servicios municipales, casa de ancianos, el espacio de ocio-deportivo Lili Alvarez, etc.
De Miami Platja, su denominación y su relación con mi historia, lo relataré en un siguiente “post”.
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