martes, 13 de agosto de 2024

Y la vida va pasando

Hoy es el aniversario de la muerte de mi madre, de nuestra madre porque este post va dirigido a mi hermano y mis hermanas. También puede empatizar por quienes sois huérfanos como nosotros.

El mes de agosto, cercano a la festividad de la Virgen, del ferragosto, es un buen mes para morir si quieres irte sin hacer ruido, sin molestar a tus seres queridos. Quizás ese marchar silencioso todavía no lo he superado porque el verdadero duelo permanece. Los seres queridos viven en nuestro recuerdo.

Esto lo escribí hace dos años y sigue siendo valido, no creo que pueda expresarlo mejor:

Aniversario de la muerte de mi madre

13 de agosto de 2006, ya han pasado dieciséis años. Ales, mi hijo, tenía cuatro años, los mismos que tenía Iván, mi hijo mayor, cuando falleció mi padre.

En ese momento, Juanjo, María, Aurea y yo nos convertimos en huérfanos. Ya nadie nos llamaría con ese siempre  cariñoso apelativo de “hijo mío”. 

Dicen que el paso del tiempo atenúa el dolor pero el recuerdo permanece. De los primeros momentos recuerdo claramente los del fallecimiento de mi madre, los del fallecimiento de mi padre son más borrosos. Porque era más joven, 27 años frente a 49 años. Porque apenas conviví con mi padre, desde los 14 años hasta los 22 años estuve fuera de casa y en la infancia como canta “Revolver” el padre trabajaba desde la madrugada hasta la noche.

No quisiera entrar en detalles difíciles de explicar y más difíciles de entender sino empatizas con la situación.  

Piensas lo que no dijiste o lo que dijiste, lo que hiciste o lo que no hiciste, las atenciones y las desatenciones que tuviste con tu padre y, sobre todo, con tu madre.


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