Llevo un mes de diciembre en el que escribo poco. Lo que significa un círculo vicioso, porque no hay interacción con las amistades que me leen y refuerzan mi ego y mi interés por seguir escribiendo.
Además, he decidido no subir ninguna entrada a la "red del odio" con lo que hay menos lectores. (Controlo cuantas personas leen mis escritos). Y además este año con las crónicas de viajes, he llegado a escribir unas ciento veinte entradas, lo que significa aproximadamente un 30% de los días del año.
Pero, esta entrada nació con la idea de contrastar la navidad de mi infancia y de mi juventud con la actual. Según mi visión (quizás distorsionada), hemos cambiado el gesto amable por el gesto crispado. Ni cuando llega la navidad somos comprensivos con nuestros congéneres. iEl conductor increpa al peatón distraído que cruza con el semáforo en rojo. El peatón le contesta subiendo el bastón o al tono. El del monopatín con una velocidad "James Bond" no da tiempo a reaccionar a la anciana operada de cadera, o a la persona con hipoacusia que va pensando en la cena de nochebuena.
Ya lo decía hace unos días: "mi reino no es de este mundo" y alrededor encuentro contradicciones:
- nuestras calles superiluminadas con lámparas LED, pero con mensajes de que debemos reciclar, cuidar el medio ambiente porque la tierra se va a la mierda. Un amigo me cuenta que conoce a un inmigrante sirio que afirma que "cuando los americanos recojan todas las bombas que están tirando en su país, entonces tirará la lata al bidón amarillo", lo mismo podríamos decir de palestinos, ucranianos, etc. (Seguro que me olvido de algún conflicto)
- el telediario me cuenta durante varios minutos sobre el precio del marisco en estas fechas, cuando todavía recuerdo que la semana pasada se me acercó una joven pidiéndome algo para comprar leche para su niño. Supongo que habrá profesionales de la mendicidad, pero cada vez veo mas personas de todo tipo de perfiles que tienen su código postal en el cajero de la entidad bancaria.
Ya es muy largo esta entrada pesimista. Mejor que la olvides hasta el año que viene.
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