martes, 8 de octubre de 2024

El monte Fuji (ZA-PÓN)


Antes de despedir Matsumoto, visitamos su castillo. La subida a lo más alto se hace por unas empinadas escaleras. Debemos descalzarnos para no dañar el suelo de madera y unos empleados regulan el tráfico porque hay escaleras que sirven para subir y bajar.  En los jardines, hay unos guerreros que se prestan a hacerse fotos con nosotros. 

Pero la visita del día es un paseo en barco por Lago Kawaguchi-ko para poder contemplar el monte Fuyi. Nuestras oraciones de ayer logran disipar las nubes que por la mañana rodean las montañas.


Luego de contemplar esta estampa, de nuevo al autobús para llegar a nuestro hotel en Tokio. Según nos acercamos a la ciudad el tráfico se hace más intenso y cada cierto tiempo el autobus camina con lentitud.

Nos alojamos en el hotel New Otani Inn, cerca de la linea A, roja del metro, (el metro de Tokio se identifica por una letra y por un color) de la estación 5, Gotanda hay que saber el número para coger el metro adecuado y para darse cuenta si vas en el sentido que va hacia tu destino. También el hotel se conecta directamente con la linea Yamanote circular pero está no forma parte de la tarjeta de 72 horas que vamos a utilizar.


A las 18:30 quedamos para recibir nuestro pase y para ir a cenar donde consideremos con la advertencia de prestar atención en la parada A07 porque quizás nos hagan cambiar de tren. Y, ¡bingo!, en nuestro primer viaje, un empleado armado de pito y altavoz nos advierte de que debemos cambiar de tren si no queremos terminar en el extrarradio de Tokio. Y ojo porque a la vuelta puede suceder igual.

Nosotros nos acercamos al famoso cruce de Shibuya donde la noche y la lluvia nos dan esta fotografía de “setas-paraguas”.



Para volver decidimos hacerlo en el circular, la linea Yamanote, para el que no hemos recibido instrucciones de cómo obtener el billete. Para colmo, la estación de Shibuya está en obras, pero un poco de intuición y la ayuda de algún turista español, conseguimos billete para pasar los tornos y viajar en un tren que después de diez minutos nos lleva a nuestra estación. Salir de la misma nos resulta complicado y no hay personas a quién preguntar, pero cuando lo conseguimos estamos en frente de la puerta de nuestro hotel y a pocos metros del ascensor que nos lleva nuestra habitación en la novena planta.  

Mañana será otro día y el cansancio acumulado nos permite acudir rápidamente a nuestro sueño.

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