Han pasado diecinueve años. Lo calculo fácilmente porque mis hijos tenían cuatro años cuando murió nuestro padre, uno y otro cuando murió madre. Uno nació en un año redondo 1980 y el otro en el año en que empezamos a usar el Euro.
De la implantación del euro y lo que habíamos perdido con la desaparición de la peseta, hablaba con mi hermano el día 15 en que fuí a verle pero no hablamos del aniversario de madre. Si que hablamos de otra coincidencia: el cumplirá ochenta años, guarismo que coincide con el nacimiento de mi primer hijo.
Y ya vale de perorata. Solo sirve para recordar que el duelo por la muerte de los seres queridos no finaliza nunca.
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