No soy tan poeta como me gustaría serlo, pero he recordado los versos que te dedicó nuestro amigo Grassa Toro, aunque en ellos se descubra tu edad:
"Para ti estas letras siempre desordenadas
son las que te gusta mirar
por el ojo de una aguja
con ojos de camello anochecido.
Dime qué ves en ellas
y si ahora mismo haces un agujero
en este papel, un agujero del tamaño de esta hoja,
dime qué hay entonces, cuánto queda de la tinta
dímelo tú, que miras igual al juez borracho
a la teoría de las catástrofes
a la despellejada carretera
y al ojo del gazpacho
dímelo tú, que miras con todos los ojos
en el desierto de luces al que llegaste
el día que les explotó el mundo
a un millón de japoneses
y a tu madre se le abrió el útero así...
De las Pérdidas, la cuenta. Grassa Toro p.31
También me ha servido para conocer que la fatídica fecha para los japoneses no es el cinco sino el seis. Como siempre la historia la escriben los vencedores, y en U.S.A. todavía era el día cinco.
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