jueves, 12 de noviembre de 2009

Reflexiones alejandrinas

Esta tarde Ales (7 años) me ha dado una nueva evidencia de que la escuela mata la creatividad y el ansia de saber.

Sábado, cercano a la plaza España de Zaragoza, de repente dice:

A.-" Es bueno nacer como lo hacemos sin saber de las cosas porque así podemos sorprendernos"
B.- ¿Y Cómo te ha venido esta reflexión?
A.- Pensaba en las cosas de la vida cotidiana.

Claro que dos días antes, mientras yo lo desatendía para atender una llamada telefónica, él se dedico a contar el número de personas que nos cruzábamos que iban hablando por teléfono y las que llevaban eso..."¿cómo se llama eso que lleva auriculares?"

Psicología del aprendizaje-Pedagogía, para la reflexión y Sociología para la contabilidad.
Me preguntaba si habría sido contra producente para su formación que esta semana haya dejado de ir tres días a la escuela¡¡¡¡¡¡

4 comentarios:

Cris Acerete dijo...

No es contraproducente dejar de ir tres dias a la escuela, 72 horas sin relacionarte con los compañeros de clase, que más o menos todos tienen los mismo intereses, hace que la persona que se relaciona con personas cuyos intereses son otros, se intente adaptar y comprender lo que a su alrededor ocurre para sentirse integrado. Como el niño no tenía teléfono movil, fue observando con más detalle y se dió cuenta de que mucha gente hablaba por el aparato ese. (Es como dicen las embarazadas, que cuando están embarazadas ven a más gente embarazada).
Y al observar que tenian las orejas ocupadas por el movil, también se fijaría en los que llevan mp4 y todas las variantes. Posiblemente igual vio a alguien hablando x el movil a través de los cascos y eso hizo q se fijara con más detalle.

Pero la frase de la vida cotidiana es genial. (Yo la mandaría al programa del Hormiguero, donde dicen frases celebres de los niños)

Rosa dijo...

Los niños son geniales y observan las cosas con otros ojos . Es una lástima que en ocasiones dejen de ser creativos por adaptarse al medio y es una pena que , sin darnos cuenta, les presionemos de la forma que lo hacemos.

Traigo a colación un cuento que circula por la red hace tiempo y supongo habréis leído ya:
“Una vez el pequeño niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.
Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo:
Hoy vamos a hacer un dibujo.
Qué bueno- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.
Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de empezar, y ella esperó a que todos estuvieran preparados.
Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores.
¡Qué bueno! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.
Pero la maestra dijo: - Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una flor roja con un tallo verde. El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.
Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo:
Hoy vamos a hacer algo con barro.
¡Qué bueno! pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.
Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de comenzar y luego esperó a que todos estuvieran preparados.
Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar un plato.
¡Qué bueno! pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños.
Pero la maestra dijo: -Esperen, yo les enseñaré cómo y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato. -Aquí tienen, dijo la maestra, ahora pueden comenzar. El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.
Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.
Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo:
Hoy vamos a hacer un dibujo.
Qué bueno pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer.
Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo:
¿No quieres empezar tu dibujo?
Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer?
No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra.
¿Y cómo lo hago? - preguntó.
Como tú quieras contestó.
¿Y de cualquier color?
De cualquier color dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo?
Yo no sé, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.”
Helen Buckley
FUENTE: http://www.lafabricadelaparticipacion.org/un-nino.htm

Raquel dijo...

Me ha encantado leer tanto la entrada como los comentarios! No sé pero muchas veces pienso que es interesante la escuela en libertad (siempre que este bien gestionada y con profesinoales bien preparados como la maestra esa, la última del cuento).

Vicki dijo...

Magnífica reflexión de Alex. Un gran cuento el de Rosa.
Yo me pregunto, ¿tan importantes nos creemos que pensamos que sólo se aprende en la escuela?, ¿qué se aprende en ella?.
Todos aprendemos a pesar de la escuela y de algunos maestros.
¿Qué se transmite desde las Facultades de Educación a los aprendices de maestro?, ¿cómo se accede a una plaza de maestro?, ¿con creatividad o con memorización de contenidos? ¿se permite la libre expresión, se fomenta la crítica, el pensamiento libre, se respeta la individualidad? ¿todos tenemos que aprender lo mismo y de la misma manera?.
A lo mejor luego nos pasa como al niño del cuento, que tenemos que enseñar a aprender y sólo sabemos hacerlo de una manera.