No me gustaría llenar el blog de pensamiento negativos, cada vez que alguna persona cercana fallece, -situación que va ocurriendo de forma más frecuente- pero necesito expresar y compartir mis sentimientos.
Pedro, era conserje en la actual Facultad de Educación, aunque él lo fue en mayor medida en la Escuela Universitaria de Profesorado.
Su recuerdo estará siempre conmigo. Pedro era el primer conserje de mi generación. Cuando llegué a la Escuela Universitaria en 1979, los conserjes y bedeles podrían ser mi padre, incluso mi abuelo; pero Pedro ingresó en la Universidad al mismo tiempo que yo aproximadamente y cuando tuvo la oportunidad paso a Conserje.
Esa nueva generación de P.A.S., de conserjes y de bedeles, se diferenciaba radicalmente de la anterior por su inquietud y por sus estudios, porque iban más allá de sus obligaciones laborales, porque se incorporaron a las TIC con más alegría y con más competencia que el profesorado, porque sintieron la "empresa" como propia, porque desde el primer momento entendieron que su trabajo bien hecho significaba que todo iba mejor. Incluso las relaciones de equipo mejoraron.
Pedro era de los que estudiaba más allá de lo que se exigía para ser conserje. Un día me sorprendió diciéndome: "Enrique, me he matriculado en Filosofía en la UNED" y sus conocimientos los aplicaba a sus comentarios sarcásticos en una realidad universitaria siempre contradictoria por sus diferencias generacionales y su jerarquía institucional.
Compartimos momentos de jugar al fútbol o de trabajo, de vida.
Cuando llegó la enfermedad de Pedro, fue un golpe muy duro porque desde el primer momento advertíamos su multiplicidad y su agresividad. Pedro casi no volvió por la Facultad. Intercambiamos algún correo, incluso se hizo cuenta en facebook. (La imagen con la frase que aparece en esta entrada, la subió el 9 de septiembre). Sus entradas eran críticas con los recortes, sobre todo los de Educación pero también con todo lo que significa atacar a los más débiles.
Yo me mantenía informado a través de sus compañeros que todavía están en la Conserjería y que Pedro ayudó a que fueran un grupo. Al menos, yo lo percibo de ese modo.
Se ha marchado, como otros muchos, sin hacer ruido, en un domingo gélido por la tarde. Casi coincidiendo con nuestra primera visita al nuevo edificio. No podremos enseñártelo, Pedro. "Te ibas a reír de nosotros y de tus compañeros con tantas puertas por cerrar y tantos pasillos."
Al final, no diré que descanse en paz sino "Compartamos su recuerdo" porque como el dejo dicho "Cuando te mueres, no sabes que estás muerto, no sufres por ello, pero es duro para el resto".
¡ ADIÓS, FILÓSOFO!
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