lunes, 8 de septiembre de 2014

Preparándonos a la muerte

Un compañero afirmó que en la vida nos toca vernos en situaciones alternativas como: tener trabajo o estar en paro prolongado, tener éxito en los estudios o no tenerlo, casarnos o no casarnos, tener hijos o no tenerlos, etc. Pero existe una situación que todos afrontamos: la MUERTE y para la que no se nos prepara.

En los últimos tiempos, se nos oculta. Los niños no acuden a los funerales y los tanatorios parecen una terminal de aeropuerto: con sus pantallas informativas, su cuidada señalética, etc.

Yo soy un hipocondríaco redomado y creyente de la información que se trasmite a través del ADN, pero pasados los cincuenta trato de prepararme para la muerte. Tiene que llegar.

Por esa creencia en el ADN y porque los médicos, cuando hago una revisión, siempre preguntan si hay algún caso de cáncer o problemas cardiovasculares en la familia; lanzo la hipótesis de que uno se muere aproximadamente a la edad que lo hizo su progenitor, el del mismo sexo, por aquello de las X y las Y.

Cuando hago esta afirmación ante amigos y conocidos, me indican la "tontería" de la misma, por lo que he empezado a indicar que no se trata de una razón directa: "si mi padre falleció a los 66, yo lo haré a esa misma edad". Como en los accidentes aéreos. para determinar el final, concurren otras variables como: condiciones de vida (diferentes según generaciones, sistema de salud), hábitos (alcohol, alimentación, tabaco, ejercicio físico,...), etc. Supongo que los colegas de matemáticas podrían determinar una ----- con varias variables en la que se señale el peso de cada una de ellas para determinar nuestra fecha de fallecimiento, descartando la posibilidad de una circunstancia accidental.

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