a) Sigue opinando que la escuela en sus diversas manifestaciones es un fastidio, una tortura para el ser humano.
b) Sigue haciéndose preguntas sobre las cosas y sobre el mundo con las que nos asedia a su madre y a mí (¿No sois profesores?) Por ejemplo: ¿Cómo hacen para que la miel de romero sea sólo de romero o la de roble sólo de roble o la de castaña sólo de castaña? ¿Quién convence a las abejas para que no se vayan a otra flor a libar?
Hacerse esas preguntas es más interesantes que resolver el enésimo enigma del resultado de una función matemática, por ejemplo, y no digamos del
análisis gramatical.
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