Ya explicaba como me asombraba de la convivencia pacífica de vehículos y personas en los atestados alrededores de Trafalgar Square. Pienso que se fundamenta en normas, costumbres y principios dirigidos a respetar al individuo pero en la necesidad de que vive en una comunidad.Bicicletas débiles pasan al lado de mastodónticos autobuses.
Pero acabadas las vacaciones uno regresa a su ciudad natal y se encuentra que:
Patinadores que invaden el espacio público, que te pasan a un palmo de tus narices con aire de superioridad como diciendo: “que bueno y que rápido soy con mis patines” y tu piensas (que susto me estás dando c...n o c...a, yo que iba tranquilamente paseando y pensando en mi clase de inglés) . Dice una amiga que gilipollas hay en todos los colectivos: de acuerdo, pero así como la televisión invita a la pasividad o una navaja automática no está pensada para cortar pan, pienso que los patines que te elevan unos 10 centímetros sobre el suelo a gran velocidad no están pensados para las aceras llenas de paseantes y te aparece un aire de superioridad.
No olvidemos a los del running que debe ser un negocio muy conveniente porque en vez de tener una sala atrezzada, con la excusa de que es mejor al aire libre, cojo a la veintena de inscritos y los saco al parque público.
Y qué decir de los de los patinetes eléctricos que si hubiera un radar en el carril bici o en las aceras terminarían ante el juez. Pero tampoco salvemos a los peatones kamikazes que armados de teléfono con la inteligencia que ellos parece no tener, atraviesan semáforos en rojo en un intento de joder los sueños de los conductores de coches, autobuses y tranvia.
Otro caso más y prometo no volver al parque Grande. Varios niños, todos iguales con el polo con la inscripción de un polémico colegio privado o concertado, según sentencia judicial, en el que hay que pagar para ser profesor, decide hacer una actividad en el parque público pero el tutor olvida decir a sus pupilos que el césped de la avda de San Sebastián nos cuesta mucho mantener y que no se pisa gratuitamente.
En fin, no sé si me estoy volviendo cascarrabias o la experiencia espacio (viajes) temporal (mi edad) me hace apreciar las diferencias.
Cuando llegue a Londres por primera vez y caminando con mi maleta, vi a unos 10 metros que tres personas hablaban en medio de la acera. NO hubo necesidad de pedir paso, sino que ellas se retiraron con anterioridad y pidieron disculpas por estar en medio. En España, no se retiran los grupos que hablan, algunos adultos van en linea como si jugaran “A tapar la calle, que no pase nadie, que pase mi abuelo comiendo buñuelos, que pase mi abuela comiendo ciruelas” y si haces algún comentario pueden responderte alguna impertinencia.
Hace mucho tiempo aprendí en relación a los diferentes tipos de espacios que las ratas soportaban la sed, el hambre pero no la falta de espacio. Quizás esta tendencia hacia la concentración urbana con la necesidad de compartir el poco espacio disponible , no se lleva bien con nuestra naturaleza animal celosa de su espacio patrimonial.
¿Quién dijo que no era necesaria la asignatura de “Educación para la Ciudadanía”?
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