jueves, 13 de diciembre de 2018

Adolescencia en el siglo XXI

Recogido de una entrevista:
"Los cerebros de los adolescentes los hemos estudiado ahora, no los podemos comparar con  los de hace treinta años. Tienen un sustrato neural de las emociones mucho más reactivo que el de un cerebro adulto. Son más impulsivos y buscan el placer más que nosotros. Sabemos que si la demanda no aparece, la maduración tampoco, por eso se está alargando tanto la adolescencia. Los roles adultos tipo: tener un trabajo, una familia o un piso se están retrasando por el contexto sociocultural, por la situación económica. Pero la demanda adulta puede existir y aunque estés en casa de tus padres puedes ser 100% responsable aportando dinero o colaborando. Si no, se puede dar el caso de llegar a los 40 y estar en casa de los padres jugando a la Play. Hay un estudio de neuroimagen  que analiza lo que hace el adolescente cuando tiene que tomar conductas de riesgo. Mide las veces que se pasa el semáforo en ambar jugando a un videojuego. Cuando está con sus amigos se disparan, pero cuando está con su madre está haciendo de corteza pefrontal. Los adultos tenemos que ejercer ese control externo para que a la larga se interiorice y el adolescente tenga autocontrol. La exigencia externa tiene que existir. Hemos detectado familias que huyen del tema de los límites, quieren que sus hijos sean libres. Una falta de límites comporta inseguridad emocional; en el futuro no sabrá hasta dónde puede llegar".

(las negritas son mías)

Los padres y las madres "helicóptero" abundan en nuestros contexto, sobre todo porque la baja natalidad ha llevado al hijo/a única que hay que conservar entre algodones porque no hay otro que pueda sustituirlo. Supongo que han oído hablar del chip-GPS para saber en todo momento dónde están los niños. Con estos comportamientos,  no ayudan a la autonomía, la responsabilidad, la resilencia de nuestros herederos de un mundo complejo.

Los adolescentes, los jóvenes - adolescentes, no asumen responsabilidades motivados por un contexto, por unas relaciones familiares en las que ha predominado la protección antes que experimentar el riesgo, el fracaso, la equivocación.

Quizás como decía en mi post anterior: ¿Soy un viejo cascarrabias? Porque, a pesar de intentar entender el mundo en el que vivo, no lo comprendo. La cotidianidad me recuerda a las llamadas "películas de ficción" que veía cuando cuando intentaba cambiar el mundo.

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