lunes, 15 de enero de 2024

Sardinas arenques

     Hace ya un tiempo, comía con un amigo y cuando llegó la hora de pagar la cuenta. Yo me adelanté a pagar y él me dijo que era su turno de pagar ya que la vez anterior que nos encontramos, yo también había pagado. 

Mi respuesta fue: "Ahora puedo pagar, cuando no pueda ya te tocará a tí". Esto me sirvió para pensar que podría elaborar una lista de amigos y conocidos que me invitarán a una comida o a una cena, una sola vez al mes. Una lista con sesenta nombres es suficiente para comer y cenar todos los días, sin que los amigos, las amigas, los conocidos o las conocidas se cansen y sin tener la sensación de ser un gorrón o un aprovechado.

    Y recordar esta lista, me llevó a un pasaje de mi infancia en el que algunos vecinos de la Parcelación Andrés Vicente en el Barrio de las Delicias de Zaragoza, allá por los años 60 del siglo XX. Cuando el de los ultramarinos traía los llamados "guardía civiles", es decir, sardinas arenques que se presentaban en unas cubas como si fueran vino de reserva; se organizaba la fiesta: cada uno sacaba sus sillas a la calle, se disponían en círculo y mientras algunos se encargaban de limpiar en los quicios de las puertas utilizando para protegerlas de un papel de estraza o de periódico. No había de "todo", sino que se utilizaba lo que se tenía. 

Ahora, ya vienen limpias pero su sabor todavía me hace recordar mi infancia.


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