Ultimas horas de nuestro periplo europeo. Hoy volvemos a utilizar el avión para regresar a España. No será como nuestros anteriores desplazamientos que salíamos del hotel, nos acercábamos a la estación y tomábamos el tren. Hoy, hay que llegar al aeropuerto, facturar nuestras maletas, pasar el control de seguridad, embarcar en el avión, desembarcar del avión, coger un tren de cercanías, coger un tren y llegar a eso de las nueve de la noche a Zaragoza.
Por eso, en lugar de la opción económica a través del tren para llegar al aeropuerto, elegimos la del taxi porque vamos cargados y somos "jubilados viajeros".
Afortunadamente, el viaje se realiza en los horarios previstos por lo que tenemos tiempo de disfrutar de una terraza y una cerveza en Barcelona antes de subir al tren de alta velocidad que cumple su calificativo pero que me resulta menos amigable que los trenes belgas o alemanes. Además en lugar de poder acceder sosegadamente al tren a través de tu andén, nos agrupan agolpados a todos los viajeros en un corralito para enviarnos al tren en busca de nuestro vagón y asiento. Es muy distinto a la amabilidad y profusión de personal que nos encontramos en nuestro viaje.
La vuelta a casa siempre tiene ese doble sabor: dulce, por encontrar lo conocido, la rutina y, amargo, de final de un periodo de aprendizaje, de aventura, de adaptación a situaciones nuevas.
HASTA EL PRÓXIMO VIAJE. Espero os sirva de guía y de inspiración para recorridos.
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