miércoles, 14 de mayo de 2025

Otra vez, Estocolmo

 Hace tres años estuve cuatro días en Estocolmo de turismo. Ahora vuelvo para visitar a mi hijo. En la anterior ocasión, era el mes de febrero, nevaba y era necesario estar a cubierto la mayor parte del tiempo: museos, fikas, hotel o metropolitana. Ahora, es el mes de mayo. No es la primavera de la península Ibérica pero se puede estar en la calle y aprovechar las horas del mediodía para tomar el sol. Por otra parte, desde las cuatro de la mañana (4:00 A.M.) hasta las 22:30 de la noche (de la tarde es más preciso) hay suficiente claridad.

Consecuentemente, las calles desiertas de febrero dan paso al bullicio de gentes no sólo turistas sino también de los lugareños que invaden las calles como las flores invaden los campos en esta primavera.

He salido a las 7:00 de la mañana de Barcelona, primer vuelo del día, por lo que llega puntualmente al destino. El aeropuerto está muy bien señalizado y la terminal 2 de Arlanda no es muy grande y tiene el acceso directo al tren expreso que solo tarda 18 minutos en llegar a la Estación Central. El ser mayor de 65 años permite tener un precio muy competitivo con respecto al autobús.

Los lugares me parecen conocidos aunque no sólo el tiempo transcurrido desde la última vez me juega malas pasadas, sino también que las calles cubiertas de nieve no son lo mismo que ahora que están limpias del manto blanco o negro del hielo.

Pero me siento cómodo en esta ciudad. Tomo mi billete de 72 horas para poder utilizar cuanto quiera los medios de transporte: tren, Tbanna (metro), tranvia, autobus y barcos. Es muy conveniente porque Estocolmo está extendida en catorce islas. Siempre puedes encontrar algún descuento en el precio.

He quedado con mi hijo, estudiante de un Máster,  en la Estación. Busco para comer un local en el Gamla Stan (casco viejo) que estuve en el primer viaje pero del que no me acuerdo de su nombre. Y sorprendentemente lo encuentro siguiendo  como un perro el rastro: Slingerbulten.  Es un local cercano a la zona turística pero está frecuentado por público local y los precios son muy razonables. 

De camino nos hemos tropezado en el Palacio Real un homenaje a la guardia con acompañamiento de la banda de música.

Después de comer damos unos pasos por Djurgarden, la isla de los museos. El hotel que he reservado no tiene recepción personal sino a través de internet. A las 16:00 recibiré un SMS con un código para abrir las puertas y del número de la habitación. Es un aparta-hotel y aunque la habitación es pequeña por ser individual cuanta con todos los elementos para poder cenar en ella. La cama está escamoteada y baja del mismo.  Por eso, después de este día que comenzó a las cinco de la mañana, compramos un poco de salmón y hacemos una cena para aprovechar los elementos de este apartamento de nueve metros cuadrados.

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