lunes, 14 de septiembre de 2015

Selectividad


A)     Sobre todo, me interesa saber su opinión sobre las pruebas de acceso a la universidad.
Wert dijo el otro día que la selectividad era un fracaso porque aprueba el 94% de los alumnos. ¿Le parece esto correcto? ¿Debe, a su juicio, modificarse el sistema o lo ve bien así? ¿Cambiaría la situación con una reválida?
Las pruebas de acceso a la universidad constituyen un paradigma de la evaluación sumativa: “el que tiene pase, pasa y el que no tiene pase, no pasa”. Aunque un porcentaje de estudiantes muy alto aprueba, la calificación obtenida sirve para filtrar el número de estudiantes que acude a cada uno de los estudios. De este modo, los estudios más demandados (ingenierías, medicinas y otros novedosos estudios) necesitan de una puntuación más alta. Por tanto, si bien aprueba un alto porcentaje, la selectividad, como su nombre indica, constituye un excelente sistema de selección.
Si aprueba un 94% es porque durante el último año del Bachillerato, el profesorado y los alumnos se dedican a preparar ese examen. Sería un gran fracaso del sistema educativo y de baja calidad, si sólo fuera superada por un porcentaje inferior. Por otra parte, hay que pensar que evaluásemos con un criterio normativo, de curva normal, como parece que le gusta al actual ministro, por debajo de una desviación típica, sólo se encontraría el 16%, es decir, debería aprobar el 84%.
El sistema actual es mejorable y quizás debería constituirse como una evaluación inicial, diagnóstica y preparatoria del tipo de estudios al que se dirige el aspirante más que una reválida o evaluación final de los estudios cursados con anterioridad: Bachillerato o Ciclo Formativo. Cada estudio universitario exige unas competencias distintas y, por tanto, sería conveniente evaluar si el estudiante que desea entrar posee el potencial para adquirirlas y desarrollarlas. Es decir, “la selectividad” debería ser una evaluación inicial y no una reválida.
Comparativamente (datos correspondientes al curso 2009-10), España no es una excepción. Todos los países europeos sin excepción tienen una prueba final o un examen de estado para pasar a los estudios universitarios o de nivel superior. Siempre se plantea como una prueba final de los estudios de Secundaria en la que interviene tanto profesorado de secundaria como profesorado universitario, igual que ocurre en España.
Suelen consistir en una parte común, donde siempre está presente los conocimientos de la Lengua materna y una parte específica. El número de disciplinas implicadas va de cuatro (Alemania)  a diez (Francia y Dinamarca). Sólo en Austria, Polonia e Italia se contempla una parte oral en la prueba.
Finlandia,  por ejemplo: Al final de la etapa, se debe superar un examen nacional para acceder a estudios superiores. Incluye cuatro pruebas: Lengua y otras tres elegidas por el alumno entre Lengua Nacional, Lengua Extranjera, Matemáticas y estudios generales de Humanidades o Ciencias Naturales. Son calificadas primero por sus profesores y luego por el Consejo Nacional.


Para saber más:
Monográfico: Al final del camino (julio-agosto, 1999) de la revista Cuadernos de Pedagogía.
Página de evaluación educativo del Gobierno de Aragón.
Eurydice             

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