Hoy pasarán por el Col de Peyresourde, nuestro campamento base. Así que después de la caminata de ayer, mi espacio vital se reducirá del camper a una posición a 30 metros desde donde se divisan las últimas curvas antes de la cima de la montaña.
Desde primeras horas, hay actividad en el entorno: los campistas que desayunan y que se preparan para recibir a los corredores decorando sus vehículos con banderas y con mensajes de todo tipo. Ha llegado el camión que coloca las vallas en los últimos metros, también los gendarmes que regulan de forma amable pero asertiva el tráfico de coches, bicicletas y personas para garantizar la seguridad. No he contado los coches, motos, furgonetas y camiones que siguen el Tour pero he visto la autorización número 2525. Y suelen ir a gran velocidad.
La caravana publicitaria la recibimos en la posición nº1, junto al camper. No recogemos muchas cosas porque son repetidas de ocasiones anteriores y porque alrededor tenemos unas señoras de cierta edad que se lanzan a por las baratijas como si fueran señoras de menos de cierta edad. También hay señores con diámetro corporal generoso que se comportan con la misma actitud acumulativa.

Cuando el primer corredor supera la última curva, salimos corriendo hacia la posición nº1 para verlos de cerca y poder animarles en su esfuerzo.
Cuando pasa el coche escoba, nos disponemos a ver el final de la etapa en la tv que lleva el camper, conectada por satélite. Tras un tiempo, un par de automovilistas nos acompañan (como en los tiempos de la televisión compartida por todos los vecinos del edificio): uno es santanderino y el otro es un colombiano con su hijo.
Ha habido suerte y ganó Nairo Quintana.
Mañana nuestro último día de tour, pero antes de volver a casa, nos dirigimos a Trie sur Baisse para observar como son los inicios de etapa en el Tour.
¡Hasta mañana!
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