Antes de salir de Oxford, aprovecho para dedicar 30 minutos al Ashmolean Museum (que ayer lunes estaba cerrado).
En este caso, la colección de objetos es absolutamente brutal en cuanto a numerosa y en cuanto a belleza. Desde los orígenes de la humanidad y recorriendo culturas egipcias y asiáticas, además de africanas y en menor medida las americanas. Comentario jocoso y malévolo: al pirata Drake le interesaba principalmente el oro y la plata de los barcos españoles que venían del Nuevo Mundo.
Veo bastantes grupos de niños para los que el Museo reserva una serie de actividades formativas. Me cuestiono por qué si tenemos tantos centros de aprendizaje, que estimulan la curiosidad de nuestros niños y jóvenes, les aburrimos con cinco o seis horas diarias de escuela más los “deberes”.
Abandono el museo con la sensación de tener que volver. El trabajo de los responsables del museo es admirable su trabajo de catalogación, de explicación didáctica, además de la conservación necesaria. Hay piezas que te asombran por su belleza, por su pequeño tamaño aunque recogen los detalles más mínimos.
El camino de Oxford a Cardiff lo hago en tren. A pesar de tener que realizar un cambio, el viaje resulta cómodo, puntual, puntual y los ferroviarios son amables dando las informaciones o estando atento si te equivocas al colocar tu billete en la máquina electrónica. También es amable el tiempo, pues desaparece el calor agobiante de Londres y comienzan a aparecer las nubes que obligan por prudencia a sacar la chaqueta de la maleta.
En Cardiff, lo primero es encontrar el alojamiento reservado.
Como estos post son una crónica, explicaré a futuros viajeros las diferencias entre un B&B (bed & breakfast, para los menos avezados) de ciudad y de campo, basado en mis experiencias actuales y del verano pasado en Irlanda. El B&B ciudadano son unos apartamentos que una inmobiliaria gestiona y a los que se accede a través de un código en el portal de la calle y en tu propia habitación (afortunadamente coincide). Ese código no te lo dan cuando contratas la habitación lo hayas hecho con Expedia, Booking, u otra multinacional sino que te lo envían por correo electrónico el mismo día de llegada. ¿Qué pasa si no controlas o no tienes acceso al correo electrónico? Tienes un número de teléfono, extranjero obvio, para llamar e intentar entenderte en tu inglés.
Me dio tiempo de visitar el Castillo de Cardiff, en un tiempo defensivo, en otros tiempos residencia de lujo de los señores de la ciudad, incluso durante la segunda guerra mundial como refugio antiaéreo. Resulta muy impresionante recorrer los quinientos metros del pasillo, porque eso era en realidad, en el que debían hacinarse los ciudadanos cuando sonaban las alarmas de bombardeo. ¡Qué rápido olvidamos!
A las cuatro de la tarde se acaban las actividades y aprovecho para dar un paseo por un amplio Centro de la ciudad totalmente peatonalizado. Todavía conserva un mercado como el Mercado Central de Zaragoza con sus pequeños puestos que conviven en la misma calle con supermercados de cadenas de alimentación, tiendas y pubs. Igualmente, me encuentro con una calle, un pasaje sería más correcto, aunque el techo acristalado me genera dudas en su denominación, que podría competir con las de Milán porque se trata de zapaterías lujosas, tiendas de ropa elegante y fashion, así como una joyería que daba paso a este lujo. Este lujo contrasta con los numerosos homeless que puedo ver a estas horas de la tarde: algunos sentados, otros caminando de un lado para otro.
El tiempo empieza a estar poco propicio para pasear por lo que después de la cena en el pub, me retiro a mis aposentos de B&B ciudadano. Ciertamente había elegido una opción económica y con baño compartido, pero no me esperaba que fuera en un semisótano y con el baño en la planta calle. “Unas veces se gana y otras se aprende.”
CO
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