viernes, 7 de septiembre de 2018

Paseando por Torino

Como decía el 1 de agosto, este verano al visitar ciudades y lugares transciendo el rol de turista para convertirme en cronista. Me invita a la reflexión sobre la humanidad, sobre nuestro modo de relacionarnos con nuestros congéneres y con el espacio que ocupamos, sobre los valores que defendemos y que se manifiestan en nuestro comportamiento y en nuestro patrimonio.

Este final de verano decidí ir a Torino, ciudad cercana a Milano y que, por el repetido “la prossima volta”, todavía no conocía después de dos décadas de frecuentar Italia.

Después de leer varias recomendaciones de “qué ver en Torino”, decidí que el mejor modo era llegar con el tren hasta la estación de Porta Nuova que en línea recta nos lleva hasta el Palacio Real atravesando Los Giardini Sambuy, vía Roma porticada donde se encuentran los espacios comerciales de prêt-a-porter y de lujo,  Piazza San Carlo, Piazza Castello.

Lo que primero que me sorprendió es la cantidad de palacios existentes, así como las puertas-puente
que comunican edificios y que conviven con un tráfico limitado a los servicios públicos en una amplia zona del Centro de la ciudad.
Igualmente, la cantidad de espacios públicos (plazas sombreadas, espacios verdes con sillas) que permiten la reflexión y el goce de los sentidos. En el Parque del Valentino pude disfrutar de un reposo a la sombra de centenarios árboles, mirando al río Po y escuchando el caer de una pequeña cascada de agua a mi espalda.

Son muchas las calles arboladas en las que apenas se oye el tráfico, quizás la última semana de agosto contribuye a esta sensación.

Siento envidia de los árboles centenarios, con diámetros inabarcables, cuando en Zaragoza se caen nuestros árboles con las tormentas veraniegas. Creo que necesitamos muchos años y otro clima también para que consigamos esos bosques internos con los que sueña el alcalde Pedro Santisteve.

Las calles son rectilíneas y, como ocurre en las mesetas castellanas, tienen en el punto de mira la torre de una iglesia o la cúpula de un edificio. Igualmente, sorprende la cantidad de esculturas que nos encontramos en las innumerables plazas. Algunas están dedicadas a militares de todas las épocas. Me sigue preocupando esta admiración por los guerreros que en el Museo del Risorgimento llega a su esplendor con un alegato a lo militar con juego de palabras:
ARMA IL PROSSIMO TUO


He visitado tres museos: el del cine, el de la sábana santa y el egipcio.

El primero y último no deben perderse; el de la sábana santa para quienes no tenemos fe, tiene solo un valor cultural que si ves el video explicativo quedaràs satisfecho. Las personas con dificultades de visión, podrán “contemplar” un representación de la sindone, mortaja, (sábana santa) en relieve.





El museo del cine  te permite conocer los orígenes del cine, así como ver los carteles de las principales películas, explicaciones didácticas de cada uno de los elementos para la realización y la producción de una película. Luego al interno te permite ver películas en pantalla gigante o ver tumbado sobre una cama redonda de color rojo “El último tango en Paris”. En un recorrido en un rampa alrededor de la Molle Antolleliana se ven y escuchan una excelente selección de películas musicales o con la música como protagonista. Escuchar Cabaret, West Side Story, llena el espíritu. Las personas con problemas de visión encontrarán los titulos de las películas en lenguaje Braile en la barandilla.

No perderse el subir a lo alto de la torre en su ascensor acristalado. La subida es espectacular aunque dadas las largas filas aprovechan para subir 10 sardinas (perdón diez personas) y le quita encanto a la ascensión. NO obstante, desde la terraza se contempla a 360 grados una ciudad que tuvo un pasado monárquico con los Saboya, luego llego el proletariado industrial con la FIAT, y ahora trata de aprovechar la industria del siglo XXI: el turismo.

El otro museo imperdible es el Egipcio. Dicen que es uno de los mejores del mundo y no exageran. Lo que después de haber pasado por Londres y Oxford, me pregunto: ¿ha quedado algo en Egipto?  En cierto momento, la audioguía señala que el egiptólogo italiano descubrió una tumba que todavía no había sido esquilmada.

Porque además de las grandes piezas, las esculturas y las momias; las vitrinas están llenas de estatuillas como si fuera un bazar. “El proyecto científico de la nueva ordenación ha sido de poner en relación los objetos con su lugar de hallazgo, para presentarles no sólo como algo aislado sino también como un documento histórico”.

La audio-guía da explicaciones que nos trasladan al antiguo Egipto y a su civilización como antesala del desarrollo occidental. Su creencia en el más allá les llevo a desarrollar toda unas técnicas relacionadas con la conservación de los cuerpos (química), así como los lugares más apropiados para depositarlos (física) o la tecnología para construir las cámaras funerarias (arquitectura). Igualmente, se puede constatar la existencia de marcadas clases sociales en la vida y en la muerte. Parece que en esta cuestión no hemos avanzado mucho después de varios milenios.




Si te gustan los libros, ojearlos y mirar sus títulos, no pases por la Via Po ya que bajo los soportales encontrarás bouquinistes al estilo parisino en los que podrás pasar un día entero.


Como he venido señalando hay soportales por muchas calles, lo que en verano garantiza sombra y en invierno hará más llevadera la lluvia, la nieve o el frío. Y permite, que las terrazas de bares y restaurantes sean al aire libre.

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