Parece que la lluvia ha cesado y que podremos disfrutar este lunes en Amsterdam. El desayuno se nos ha alargado un poco y tenemos que coger el metro para llegar al punto de encuentro de nuestro Free Tour: la estación de ferrocarril.
Llegar al metro significa bajar una escalera mecánica hasta las profundidades de la ciudad pero el tren llega a la hora prevista y en tres minutos alcanzamos nuestro destino.
El guía del free tour explica en qué consiste aunque aseguro que cada día son menos free. En este caso hemos tenido que dejar una tarjeta como garantía de nuestra presencia, a la que cargarán dos euros sino nos presentamos.
Luego comenzamos nuestro paseo haciendo un poco de historia de la ciudad y como se asentó en ese terreno cenagoso a través de pilotes de madera al principio y de cemento en la actualidad. También nos da explicación a la estrechez de los edificios por cuestiones de impuestos y cómo, incluso en la actualidad, los muebles de grandes dimensiones se suben con una polea instalada en el último piso del edificio.
Visitamos el edificio de la Bolsa, que tiene un toro emulando al de Wall Street; la plaza Dam con su monolito homenaje a todas las víctimas de las guerras, donde hoy hay flores por el líder ruso Aleksei Navalny; el palacio del Ayuntamiento que fue Palacio Real cuando Napoleón coronó a su hermano Luis.
Pasamos por la periferia del Barrio Rojo y el guía hace comentarios sobre la doble moral ante la prostitución que no se acepta pero no se prohibe. Añadiendo que se proteje a las mujeres a través de no permitir a las menores de 21 años.
El tour finaliza en el mercado de las flores donde algo te llevarás si tienes amor por las plantas, incluso hay un cartel para los turistas de ultramar que anuncia "semillas certificadas para US y Canada".
Por la tarde, visitamos un superconcurrido Museo Van Gogh donde descubro algo que no había reparado hasta ahora: la firma de Vicent se parece a la mía. Lástima que yo no sepa dar sus certeros brochazos ni tenga su "alma" para combinar los colores.
Al salir nos acercamos a cenar a la zona de Leidseplein al bar Stoop&Stoop para degustar un plato típico, aunque no podemos decir exquisito, como es el Stamppot: un puré de patatas con una albóndiga muy gorda o bien carne estofada.
De vuelta al hotel, nos detenemos en el supermercado Albert Heijn, donde para nuestra sorpresa no admiten nuestras tarjetas, ni visa ni mastercard, sólo admiten el dinero afectivo.
1 comentario:
No sabes la envidia que me das ! Me iré guardando tus comentarios para cuando pueda hacer este viaje !!
Publicar un comentario