No sé si fue buena idea llegar en domingo a Amsterdam porque llovía a mares y los museos estaban al completo sin poder tener una entrada.
No estaba la tarde para fotos en el exterior |
La llegada a la estación de Amsterdam resultó claustrofóbica porque los trenes te dejan en el sotano y no encuentras la salida correcta. Hay que añadir que debes pasar tu billete por un lector para poder salir y que también hay obras de mejora en la estación.
Google nos dice que hay un tranvía que después de siete paradas nos dejará a pocos metros de nuestro hotel. ¿Dónde se sacan los billetes? Conseguimos divisar una caseta enfrente de la estación que nos permite refugiarnos de la lluvia y adquirir ante una ventanilla con persona nuestro billete. Cogemos billetes para los días que vamos a estar y despreocuparnos de encontrar una máquina de venta. Al tranvía se sube por la primera y la tercera puerta, las puertas pares son para bajar. También para bajar hay que pasar el billete.
La tarde está lluviosa, lluviosa. Ni con paraguas se puede pasear. Aunque la temperatura no es muy baja, el frío húmedo se cala en los huesos. Así que lo mejor es introducir líquido en el cuerpo, la cerveza de un local llamado Cannival.
En esta tarde-noche lluviosa, haré una reflexión sobre la iluminación extensiva a todas las ciudades visitadas. Percibo una alta contaminación lumínica de las ciudades españolas frente a la iluminación de las calles de Bruselas, Gante, Lovaina o Amsterdam. En cambio, los edificios nobles e históricos de la ciudad permanecen iluminados de tal forma que se destacan sus formas.
A ver si mañana, sale el sol o, al menos, no llueve a mares.
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