Cuando era pequeño y llegaba la Semana Santa, la vida cambiaba hacia el recogimiento y una cierta paralización. Los santos de las iglesias se tapaban, la televisión se llenaba de películas de romanos y de relatos de la "historia sagrada".
Pero en la actualidad, la Semana Santa son vacaciones, ocio y sobre todo una industria que aporta producto que se consume:
Empezando por los artesanos, escultores, orfebres que hacen, cuidan y mantienen las piezas de los pasos hasta todas los oficios que intervienen: los costaleros no siempre voluntarios, hostelería, alimentación (con sus dulces y comidas típicas), textil (los trajes de cofrades), accesorios varios, todo lo que conlleva los pasos (madera, pintura, etc), musica (tambores, trompetas, etc.), electrónica (instrumentos de comunicación, fotografía) etc.
Todo pensado para el consumo. Lo importante es consumir. La masificación hace imposible el recogimiento espiritual que dice la curia que deberíamos tener. Yo me siento incapaz de reflexionar o tener pensamientos profundos con el estruendo de tambores y trompetas.
Ah! Las procesiones están llenas de público pero la encuesta del CIS dice que el 40% de los españoles no tenemos fé.
Me ha gustado una frase de Ignacio Zamboray, profesor de Religión con el compartí momentos a favor de la paz:
«Quedándonos dentro de las iglesias, predicando sin decir nada, con lenguaje y gestos vacíos de contenido, entretenemos a la gente, pero no llevamos al cambio”.
No sé quién era más listo: si Ignacio o la Iglesia que ha puesto la Semana Santa en todos los noticiarios. Es trending-topic.
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