Las islas volcánicas tienen la posibilidad de que pases del nivel del mar a la cima de un volcán a 3055 metros en apenas 70 kilómetros.
La subida ofrece un paisaje cambiante según se asciende y al final uno se encuentra con un paisaje lunar o más bien marciano por el color de las tierras que te rodean.
Aquí, en lo alto, es un lugar privilegiado para observar el espacio, las estrellas. Uno de los observatorios se dedica a controlar que no haya objetos estelares que puedan impactar con la Tierra, otros son utilizados por la Fuerza Naval norteamericana.
También pasamos de una temperatura cálida a un viento frío que supera la ropa de abrigo con la que contamos. No obstante, nos atrevemos a caminar cortas distancias para disfrutar del viento, del silencio de la montaña y del paisaje cuyo colorido cambia con el paso de las nubes que momentáneamente tapan el sol.
Por motivos de edad, no nos aventuramos por los caminos que se encuentran señalizados y para los que hay que ir perfectamente equipados de ropa de abrigo y con agua suficiente para alcanzar un campamento que se encuentra en la base del volcán.
Hoy, después de disfrutar de nuevo el atardecer y de una cena saludable en el apartamento, vamos a gozar de la piscina del complejo de apartamentos. Está abierta hasta las diez de la noche y la temperatura es muy agradable.


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