miércoles, 20 de abril de 2016

Días de pactos


Artículo publicado en El Períodico de Aragón del que soy autor.

“Negociar, pactar, consensuar es repartirse una diferencia”.
La diversidad de intereses, de opiniones, de realidades en una sociedad compleja exige la necesidad de pactar, de renunciar, de comprender la visión de los “otros”.
En nuestra comunidad autónoma, desde el final de la pasada legislatura con el empuje de la actual Consejera, el PSOE se ha empeñado en resucitar el non nato pacto que se abortó en los últimos días de Gabilondo como ministro de Educación.
El Consejo Escolar de Aragón ha recibido el encargo de  elaborar esa primera fase que constituye el pacto social. Posteriormente, los representantes políticos deberán culminar el proceso con un acuerdo que sirva para que,  al menos durante tres o cuatro legislaturas, sea el faro que marque el horizonte que debamos seguir para dar respuesta a los retos del siglo XXI.
La educación es una de esas realidades en la que se vienen manifestando una diversidad de visiones de hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos. No obstante, lo que socialmente se reconoce es la necesidad de PACTAR, de acordar, de renunciar a alguno de nuestros objetivos y de repartirse el pastel de las ideas.
Pero esta es la mayor dificultad: renunciar, ponerse en el lugar del otro, el respeto de las ideas del otro. En nuestro parlamento, se aplaude cuando hablan los nuestros y se patalea cuando lo hacen los adversarios.
Desgraciadamente, venimos de una tradición caracterizada por momentos donde el respeto se confundía con la sumisión a los preceptos de la dictadura. E
ramos respetuosos por temor no por convicción.
El pacto exige generosidad, exige la aceptación de que no tenemos toda la razón, la ausencia de “líneas rojas”, el reconocimiento del otro aunque pueda ser una visión distinta a la que nosotros tenemos.
El pacto exige participación, precisa de la escucha activa, de intentar comprender los argumentos y las razones de los que piensan diferente a nosotros.
El pacto exige tiempo para escuchar comprensivamente, pero también para deconstruir, para derribar los tradicionales enfrentamientos.
El pacto exige de agentes mediadores que ayuden en este proceso que no resulta fácil porque existen puntos de consenso pero también se difiere no sólo en el qué, en el objetivo pero en otras ocasiones se difiere en el cómo y en el cuándo, en el procedimiento a seguir para alcanzar los objetivos.
Indudablemente, alcanzar un pacto precisa de tiempo, de agentes mediadores, porque se ha habido muchos enfrentamientos en el ámbito educativo:
Se ha establecido cuatro grandes ejes: Equidad, Calidad, Participación y Planificación de la oferta educativa.
La conjunción entre la equidad y la calidad parece ser un punto de acuerdo aunque siempre es difícil  equilibrar la balanza entre la excelencia y la justicia social. Hay acuerdo en que buscamos el éxito pero diferimos en el camino a seguir.
También coincidimos en la atención preferente a la escuela rural y no olvidar la necesidad del aprendizaje a lo largo de la vida en una sociedad cambiante y exigente de necesidades de formación.
Pero no debemos ocultar el conflicto, no debemos hacer el avestruz, e identificar aquellos puntos en los que nos arrojamos la descalificación “¡Anda que tú!
Algunos de los temas polémicos son: La educación para la ciudadanía o la obligatoriedad de la Religión que lastraron el debate de la LOE; los intereses de padres frente a los de los trabajadores en el sector público; la necesidad de evaluar los elementos esenciales del curriculum y del sistema escolar frente a la defensa de intereses que superan el ámbito sindical; la convivencia entre el sector público y el privado establecida en la negociación de hace 40 años en la Constitución y la derivación en la oferta escolar de no construir ni clubes ni guetos, de no discriminar a los niños según su origen.
Ah! No nos olvidemos de la financiación. En los principios podemos coincidir pero luego deben reflejarse en la Ley de Presupuestos.
Por tanto, la tarea no es sencilla pero es necesaria. Las urnas de las elecciones políticas nos han mostrado que existen más de dos grandes visiones en el modo de abordar las cuestiones Políticas y, por tanto, el diálogo debe ser prioritario a las posiciones excluyentes. No son válidas aquellas expresiones que utilizábamos cuando se jugaba en la calle: “Si vas con fulanito, no puedes venir conmigo”. Las relaciones interpersonales son más complejas que las posturas maniqueas.
Finalmente, alcanzado el pacto social; será más factible que nuestros representantes alcancen un pacto político. Lo que es evidente es la coincidencia en la importancia de la educación para afrontar los retos del futuro.
El acuerdo, el pacto no es fácil pero finalmente resulta más satisfactorio y gratificante.

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