La mañana la iniciamos en la sala para desayunar del hotel que es tan peliculera como nuestra habitación que cuenta con chimenea que funciona con electricidad y cuyo aspecto parece sacado de cualquier película. Posee ascensor que también corresponde a los años 20. El "The White Swan" es un hotel muy recomendable por precio y por las prestaciones que ofrece en cuanto a localización. Además por la tarde, de 5 p.m. a 6:30 p.m., nos sorprende con una free happy hour en la que se nos ofrece una copa de vino con un poco de queso y granos de uva.
Estamos cerca de Union Square junto al inicio de la linea Taylor St. a Powel Mason del Cable Car. Adquirimos el billete diario porque resulta más económico y porque no es recomendable caminar por San Francisco que es un continuo sube y baja de empinadas cuestas y descensos. Recomiendo ir hasta la parada en la que el conductor gritará "Lombard ". Tu mismo verás la empinada bajada porque conviene hacer la famosa calle de las curvas en dirección descendente, salvo que quieras ponerte en forma rápidamente.
Luego, seguimos hasta los antiguos muelles, hoy convertidos en atracción turística pero con un recuerdo a lo que fue: para probar su sopa de cangrejo o comprar pescado y marisco fresco. El Pier 39 se ha trasformado en un pequeño barrio con restaurantes, tiendas de todo tipo, incluso atracciones de feria para los niños. En el mismo, también se encuentran los leones marinos que dormitan a pesar de la presencia de innumerables turistas.
Volvemos a tomar el Cable Car para regresar hasta Chinatown. Su entrada, la Dragon Gate, se encuentra en .Grant Av. en el cruce con Bush St. Te parecerá estar en china porque toda la grafía de los establecimientos está en chino aunque comienzan a aparecer tiendas con estilo occidental.
También visitamos el Japan Town. que no tiene la extensión y la espectacularidad de Chinatown, porque se reduce a una calle adornada con árboles japoneses y un centro comercial al estilo japonés. Desde aquí no quedan lejos las Pink Ladies Houses, una hilera de casas que hemos visto en infinidad de películas y que se alquilan para grabaciones en su interior. Evidentemente el precio no está al alcance de pequeñas productoras.
Desde el parque Alamo, situado en una colina, podemos contemplar estas casas y aprovechar, si el día está soleado, para hacer el lunch. Tuvimos suerte porque febrero es el mes más lluvioso. Recuerda la prohibición de beber en público incluso una pequeña cerveza. Tampoco se puede fumar ningún tipo de cigarrillo incluido los del vappeo.
Por la tarde, aprovechamos para volver a la concurrida zona de los muelles donde una antigua fábrica- almacén de chocolates, la GIrardelli, se ha convertido en zona de ocio y de turismo. No olvide saborear algunas de sus especialidades de chocolates y de helados.
Desde allí, siguiendo la bahía, acérquese a contemplar de nuevo el Golden Gate al atardecer, aunque alejado se puede apreciar su color rojizo acentuado por el sol. Verdaderamente, en febrero el viento es muy, muy frío, a pesar de nuestra ropa no se puede estar parado por lo que regresamos a subirnos por última vez al Cable Car.
Y tener la emoción de cómo consigue subir las empinadas cuestas y como realizar las paradas en la intersección con las calles que son los únicos espacios que no están en cuesta.
Adiós San Francisco, adiós California. Hasta una próxima.
Girardelli, chocolateria en la zona del puerto, volvemos a ver el Golden Gate.
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