viernes, 4 de octubre de 2024

Filosofando (ZA-PÓN)

Tercer día en Kioto: La primera visita del día es el templo de Ginkaku-ji, una antigua casa de campo del shogun Yoshimasa, que a su muerte se convirtió en templo. "Aunque el nombre de la casa se traduce por "pabellón de plata" pero la ambición del shogun de forrar el edificio con plata nunca llegó a realizarse".


Luego, caminamos por el paseo de los filósofos junto a un canal de agua, construido en el periodo Mejil. Con mi compañero de viaje JF, emulamos a los Filósofos. Aunque solo curse tres o cuatro asignaturas durante mi carrera, mi título dice que soy Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. El verbo fluido y la experiencia de JF nos lleva a tratar temas políticos, sociológicos, de las ideas, del futuro, de la historia, en suma, filosofía, quizás con minúscula. El paseo culmina en el templo de Nanzen-ji.

La tercera o cuarta visita es el castillo de Nijo, del shogun de Kioto con amplísimos jardines, varios fosos defensivos. El interior se visita descalzo y el paso de los turistas sobre el suelo de madera suena como si silbaran pajaritos. Hemos tenido que dejar zapatos y paraguas en el exterior. A la salida no encuentro mi paraguas que pertenece al hotel y que hay miles iguales. Así que cojo el primero que veo similar; un empleado me dice “ese paraguas no es suyo”, en tono enfadado; yo reconozco que así pero señalo  que el cesto en que yo lo había dejado no estaba y no había ninguno; se dirige a su mini-oficina y me trae mi paraguas o uno idéntico.

La última visita es la colosal estación del tren sobre la que se encuentra un centro comercial. Su aspecto no parece una estación porque no hay una perspectiva de las vías ni de los trenes.


Desde allí, de vuelta al hotel, hacemos una práctica de cómo funciona el metro de Kioto que es muy similar al de Tokio donde las distancias nos obligaran a utilizar este medio de transporte.

Comemos en el mercado de Nishiki aprovechando para hacer algunas compras. Las horas pasan y mi reloj todavía marca la hora española porque recibimos la llamada de Gran Carlos diciendo que nos están esperando en la degustación de sakes. Esta actividad sirve para que el grupo de viajeros se integre mejor y se presente indicando su nombre, lugar de origen y nos recomiende un restaurante no importa donde esté situado. Es un par de horas muy agradables, de cháchara, de encontrar puntos en común, de hacer GRUPO.

Como somos numerosos, estamos ocupando todo el local por lo que llegada la hora de los clientes habituales, nos obliga a abandonarlo. 

Todavía queda tiempo para pasear y visitar las tiendas antes de ir a cenar. Hoy, tenemos nostalgia de pan. Hemos visto una boulangerie, estilo francés, que está junto al hotel. No lo pensamos más, compramos la barra de pan y un poco de embutido en el Lawson.  Y preparamos unos bocadillos en lo que la parte gourmet era el continente y no el contenido.


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