martes, 13 de mayo de 2008

Contestar a un académico

Estimado Sr. Director de la Revista “El Semanal”:
En primer lugar felicitarle por su excelente publicación y animarle a continuar por esa senda de información de calidad y pluralidad.
El motivo de este escrito es solicitarle la publicación de esta contestación al artículo de Pérez Reverte “Subvenciones, maestros y psicopedagilipollas”.
Escribo en mi condición de Presidente de la COPOE, Confederación que aglutina a 21 organizaciones de psicopedagogía y orientación repartidas por todo el Estado con más de 8.000 socios.
Nos apena comprobar que un excelente escritor como Arturo Pérez Reverte se dedique a provocar y a insultar para generar una polémica gratuita. Nos mueve contestar a su artículo “Subvenciones, maestros y psicopedagilipollas” en deferencia a la abnegada dedicación de la mayoría de los docentes y psicopedagogos españoles. No se merecen a salvapatrias y defensores de las esencias más rancias como el Sr. Pérez Reverte.
Comete el grave error de generalizar a partir de un anecdotario más o menos gracioso. Error propio del mismo ignorante que extrapola de la parte el todo. Cada día se descalifica más solo. Su petulancia, desconocimiento de lo que habla y forma en que lo hace lo dejan en evidencia. Es mejor que se dedique a la novela, que lo hace muy bien y deje la opinión educativa para los educadores. Nos parece un artículo de una demagogia y de una ignorancia de espanto. Es deplorable la visión prepotente y elitista que Reverte tiene de la educación. No es novedad el desprecio con que trata muchas cosas que ignora. Seguramente considera más adecuada la educación en el Siglo de Oro, eso sí para los mismos de siempre.
Parece que todo el mundo puede opinar sobre educación. Lo peor de todo es que se identifica a los políticos que toman decisiones educativas con los orientadores y psicopedagogos. Precisamente nosotros somos los que más sufrimos las malas decisiones y la precariedad de medios. Es como si en la sociedad española nos quejáramos de los cirujanos o de los geriatras arguyendo que hay más facultativos que hace unos años y sin embargo cada vez hay más pacientes. Estamos hartos de que se identifique la permisividad de los padres o la desidia de la administración con la psicopedagogía. Si precisamente nosotros decimos que hay que poner límites educativos y que hay que tomarse más en serio la educación.
No es de recibo que nos dedique expresiones como: "delincuente psicopedagógico y psicopedagocrático" o “con los nuevos planes de la puta que nos parió, un profesor de instituto ya no tendrá que saber lengua, ni historia, ni matemáticas” “Eso de ir por libre en el cole es mentar la bicha; te convierte en pasto de psicólogos, psicoterapeutas y psicoterapeutos”.
Con estas frases se descalifica él mismo. Se deja llevar por estereotipos alejados de la realidad cotidiana. Es como si hubiera sufrido algún tipo de trauma que le hace añorar viejos estilos pedagógicos del estilo la letra con la sangre entra y desconfiar de todo lo vanguardista e innovador. Por lo visto los referentes actuales tales como Finlandia o los países del Norte de Europa que son los que más invierten en educación y prevención también habría que criticarlos porque no abogan por la enseñanza memorística. Todas las sociedades occidentales han aumentado los servicios educativos relacionados con la orientación y el apoyo psicopedagógico, son un síntoma de bienestar, de buena economía y de satisfacción de las demandas sociales.

No obstante, Reverte también pone de manifiesto que a la Educación hay que tomarla más en serio y los problemas que tenemos son más profundos como para resolverlos con la simple medida de subvencionar y poner más becas. Desde hace muchos años venimos exigiendo la necesidad de contar con un profesorado de calidad, bien seleccionado, bien formado y bien tratado tanto por la administración como por la comunidad educativa y los medios de comunicación y que disponga de los medios necesarios (tales como ratios, instalaciones, apoyos, tiempo) para hacer bien su trabajo.

De igual manera consideramos que unos Servicios de Orientación de calidad contribuirán a la mejora del sistema educativo en general y de la comunidad educativa en particular. Aunque el Sr. Reverte se tome a broma nuestro trabajo, que le pregunten al muchacho que está atravesando una crisis depresiva con intentos de suicidio o a los padres desesperados que no saben a qué especialista acudir porque su hijo tiene problema de hiperactividad y déficit de atención o al profesor que necesita asesoramiento porque sus alumnos están desmotivados. Los miles y miles de casos que resolvemos diariamente de una forma silenciosa podrían ilustrarle de la importancia de la psicopedagogía. Por ese motivo no nos cansaremos de reivindicar la necesidad de que haya más orientadores en los centros educativos. No puede ser que exista uno por centro (y ni siquiera se llega a esa cifra en primaria) independientemente del número de alumnos, características de los mismos o complejidad de la oferta educativa. Es como si volviendo al mismo símil sanitario hubiera un solo especialista en cirugía por hospital tanto si es comarcal como de una gran ciudad.

Los psicopedagogos, y toda persona que hoy está relacionada con la docencia es un héroe. A todos ellos les dedicamos el homenaje que se merecen. Hay un proverbio africano, divulgado por el filósofo J. Antonio Marina que dice -para educar a un niño hace falta la tribu entera-.

Sin otro particular, se despide atentamente.

Juan Antonio Planas Domingo

Presidente de COPOE
(Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España)

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