15 JULIO
Recojo el camper, me parece tan grande como cuando leí
sus dimensiones.
Esto es un verdadero camper, el del año pasado era un
“afurgonado”, es decir, una furgoneta adaptada para vivir. Aquí podrá meterse
en la ducha hasta mi cuñado americano porque es grande, muy grande.
Preparar el camper para dos personas nos ha llevado cinco
horas. NO sé dónde los otros dos pasajeros meterán sus cosas.
Luego otras cinco horas de conducción intentando aproximarme a los Pirineos lo más posible. El estar junto a otros camper me da seguridad. No sólo soy yo ese loco que decide pasar una prueba de conducción junto a grandes TIR que circulan por la autopista a la misma velocidad que tú. Paso junto al mar pero no
se me permiten contemplarlo porque hace viento y más de tres metros de altura exigen que lo importante sea mirar hacía adelante y sujetar fuerte el volante.
Busco un lugar agradable donde pasar la noche sin salirme de la
autopista. Por eso, ya en Francia o en Montecarlo,
me detengo en el “Aire d’ESCOPERTA”: Un area de recreo a la francesa con baños de
limpieza automática, cargador para coches eléctricos, zona arbolada,
aparcamiento especial para camper, tienda y gasolinera. Por la mañana, la cafetería nos ofrece sus croissants
recién hechos.
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