En New York conocimos un lugar para desayunar, que lo volvimos a encontrar en Paris y que ayer lo habíamos visto al pasar por las Galerías Saint Hubert, así que para celebrar San Valentín vamos a repetir el desayuno un año después de nuestra primera vez en Le pain quotidien que cómo veréis en el enlace se fundó en 1990 en Bélgica.
Después de desayunar, comenzamos a ver la ciudad de día, en un día lluvioso, gris, en resumen: feo. Además a la fealdad hay que añadir charcos, vallas, agujeros, montones de tierra, excavadoras y demás elementos de construcción; parece como si hubiera que hacer obras públicas para compensar el parón de la pandemia del Covid. Serán imaginaciones mías.
No teníamos reservado free tour por lo que decidimos ir a la oficina municipal de Información en el propio edificio del Ayuntamiento en la Grand Place. Nos atiende una muchacha que habla español y que nos ofrece un plan acorde a nuestros intereses y al día lluvioso que tenemos. El autobús público se puede pagar directamente con tu tarjeta de crédito, aunque cada pasajero debe pasar la propia. Tomamos el 85 con dirección WEINER (está escrito en el frontal del autobús) hasta la Plaza Luxemburgo (las paradas y el recorrido lo podemos controlar desde una pantalla dentro del bus) para visitar la zona del Parlamento Europeo.
El sentimiento que me ha venido al entrar en ese gran espacio con edificios tan altos, ha sido de pertenencia. De un lugar que me pertenece por formar parte de esta sociedad europea tan multicultural. Aunque por la presencia de grandes carteles invitando al voto el próximo mes de junio tanto en Bruselas como en Paris, hacen pensar que la conciencia de ciudadanía europea es necesario reforzarla. Las décadas que nos hicieron esperar a los españoles para nuestro ingreso en la UE, hacen que la pertenencia a la misma nos sea tan querida.
En las escaleras de entrada, un grupo de parlamentarios españoles portan una pancarta de "Con la Guardia Civil" en honor de los funcionarios que han matado unos narcotraficantes en Barbate.
Desde allí, comenzamos un recorrido a pie por los lugares que hemos visto desde el autobús: Saint Jacques sur Condesburg, los Jardines de Sablon y la Iglesia de Notre Dame des Victoires du Sablón, de está última destacaré sus vidrieras, el púlpito y una virgen policromada sobre una barca.
Por toda la ciudad, hay murales en homenaje a los autores de cómic belgas, principalmente Herge, el de Tintín. Pero podrás conocer mejor con el circuito del Cómic que existe.
Llueve y llueve, por lo que regresamos al hotel a tomar un descanso y para ver si escampa.
Como estamos próximos a la estación de Midi, acudimos a adquirir los billetes para los próximos días. Nos encontramos a una joven empleada que amablemente nos explicó cómo funcionaba la máquina expendedora de billetes y nos procuró las opciones para viajar en los ferrocarriles belgas. Los billetes para mayores de 65 años tienen un importante descuento. Calcúlenlo ustedes mismos: Bruselas-Brujas ida y vuelta: 8 euros frente a 34 del billete standard, a condición de no viajar antes de las 9 de la mañana.
La floristería de la estación tiene fila para adquirir un detalle en el día de San Valentín, también las panaderías y pastelerías están llenas de corazones. Nosotros nos vamos al barrio de Saint Gery en los alrededores de la Bolsa donde se han abierto grandes avenidas peatonalizadas que esta noche se encuentran abarrotadas de parejas dispuestas a cenar en los locales de restauración que existen en el entorno. Nosotros conseguimos entrar en Le Cirio, inaugurado en 1886, que permanece casi como en aquel tiempo.
Pasear después de la cena resulta poco agradable porque sigue lloviendo y la humedad fría se mete en nuestros huesos. Hasta mañana, que comenzaremos nuestras excursiones por el territorio belga.
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