lunes, 12 de febrero de 2024

Louvre y Montmatre (jubiladosviajeros)

 Hoy lunes, Paris sigue lleno de gente, hay vacaciones escolares de mitad de trimestre y los padres que pueden acuden con sus hijos a la capital de la República.

Tenemos tiempo nuestra visita está programada para mediodía porque nos acercamos paseando hasta Les Halles y la Iglesia dedicada a San Eustaquio, también vemos la Casa de la Moneda y la Plaza de Vendome, y también las Arenas que casi forman parte de nuestro hotel.

La visita al Museo del Louvre debe realizarse a las obras que no son famosas porque cuadros como La Gioconda hay que verlos a diez metros y someterse a codazos y empujones.  Hay tantas personas que no es posible contemplar ninguna de esas obras. Pero hay que pasar por esas obras que figuran como patrimonio de la humanidad: La Gioconda, la Victoria de Samotracia, la Venus de Milo, el Retrato de Francisco I, la Consagración de Napoleón, el código de Hamurabbi, el Prestamista y su Mujer, o la Duquesa de Solana de Goya. Esta última no figura entre las más asediadas por turistas fotografiadores.

Por la tarde, nos vamos a Montmatre, de camino paramos en el Café de L'Olimpia a tomar un break y observar que allí estuvieron Josephine Baker y Charles Aznavour. Los rincones parisinos son míticos. 

Llegamos a Montmatre en el metro y en el funicular. Nada mas llegar nos abordan los pakistaníes para ofrecernos candados y rotulador. Las vallas no tienen ningún hueco para colocarlo aunque quisiésemos. Es un horror esta moda de los candados de muestra de amor eterno y paradójico en una época en el que proliferan divorcios y rupturas.

La plaza de los pintores pierde todo su encanto si está llena de turistas. Lo curioso es que si te alejas unos metros puedes  encontrar un espacio de soledad. Los turistas se mueven como las bandadas de pájaros que se mueven de un lugar a otro sin reparar en aquellos lugares hermosos a los que no acuden los líderes, los youtubers, los animadores. 

Bajamos de Montmatre hasta el Moulin Rouge sin apenas aglomeraciones. Desde allí volvemos al hotel en metropolitano, lo que nos sirve para observar el perfil de la ciudadanía según la linea: En la 13 predominan las personas de piel negra y en la 10 predominan las personas de piel blanca. A pesar de que a esta hora están muy concurridos, nos encontramos personas amables, quizás porque se nos nota nuestra edad y nuestro cansancio. El servicio del metro de Paris es impecable: bastante limpio y con una frecuencia de unos tres minutos.

Nos retiramos pronto porque es lunes y estamos cansados de hoy y de ayer. Qué dura es la vida de turista: 20.000 pasos al día a pesar de que cogimos los transportes públicos. 

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