"...la profesión de enseñante implica un continuo intercambio comunicativo cara a cara, un dominio de las estrategias de persuasión, negociación y convencimiento, un esfuerzo incesante por motivar, implicar y entusiasmar a los estudiantes por los contenidos curriculares que se trabajan en el aula, una habilidad para detectar las necesidades de cada alumno..." (p.260)El actor de teatro se expone al público cada día, se esfuerza en contactar con él para conseguir que todos los días la platea esté llena. El profesor, aunque no consiga captar a sus alumnos, al día siguiente seguirá teniendo el aula llena.
El político, como el profesorado, trata de vender sus ideas, transmitir credibilidad, confianza, y hacer llegar su mensaje político, o curricular en el caso del profesor. Por tanto, tienen funciones análogas. El político procura cuidar al detalle, verbal y no verbal, su características y condiciones comunicativas; mientras el profesorado no es consciente de muchos de su comportamiento y cuando "acierta" no es por una acción sistemática y reflexiva sino fruto del azar y de la rutina.
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