Anabel Beltrán y Fernando Yarza lo han producido lanzándose a una aventura económica como cuando te decides a comprar un piso y firmas una hipoteca de una cifra incomprensible y llena de incertidumbre de cómo la vas a pagar. El documental está dirigido por Veronica Saenz, joven directora con una trayectoria exitosa en diferentes puestos de lo audiovisual.
La sorpresa fue que el acompañamiento iba a ser durante todo el viaje con los productores y la directora. ¡Qué lujo! ¡Y qué viaje! Porque el cierre del Monrepós, que significaba una vía más o menos rápida hasta Olorón, desvió nuestro camino hacia el puerto de Santa Bárbara.
Y allí, comenzaron las coincidencias con la memoria y con la historia. Yo no pasaba por aquella carretera desde hacía 36 años cuando tuve un accidente. Pero también Anabel tenía varios recuerdos de sus infancia en los entornos de Murillo de Gállego, incluso uno más cercano porque las cenizas de su padre están esparcidas en la zona. (Por cierto, acabo de verificar que la fiesta de Santa Bárbara es el 4 de diciembre, fecha en la que falleció mi padre).
A pesar de que el conductor y productor Fernando pretendía hacernos el viaje de un tirón, el resto de viajeros insistimos en convertir el viaje en una road-movie y paramos en Ayerbe a comprar tortas de anís, ¡qué buenas! Y nueva etapa para comerlas en ese lugar de la historia de Anabel junto al río Gállego donde se estaban lanzando al río para hacer rafting. Dos personas no encajaban en el grupo: uno con una libreta y otro con una cámara fotográfica: periodistas que estaban por conocer a los afectados por el corte de Monrepós. La entrevista a Fernando explicando los motivos de nuestro viaje pudo leerse en el Heraldo de Aragón del domingo día 15, pg.9.
La visita al campo de Gurs fue la antesala de los actos conmemorativos del 14 de abril y del visionado del documental. El campo de internamiento como lo han denominado los franceses está oculto en parte por el bosque plantado al ser desmontado en 1945 pero esto es insuficiente para impedir que los sentimientos afloren, para que las lagrimas y la tristeza por la irracionalidad humana vengan a mi pensamiento. Apenas habían pasado ocho horas desde que el ejercito de U.S.A., de Francia y de Gran Bretaña habían bombardeado las tierras sirias.
El día soleado me dificultaba ponerme en el lugar de las personas allí internadas hacia 79 años, aunque la tierra húmeda y oscura de las últimas lluvias, casi embarrada, me hacían suponer que no resultaría muy cómodo ni muy digno el lugar para seres humanos que habían escapado de la persecución política, de la irracionalidad de la guerra de España.
Pero las emociones de ese día 14 de abril de 2018 estaban por venir: el acto de homenaje a la república con texto de una joven de 17 años, el discurso del Presidente de la Asociación Tierras de Memoria y de Luchas, el canto del Himno de Riego por una coral y el ramo de flores que Verónica Saenz depositó emocionada por los recuerdos familiares que vinieron a su mente.
Nos acompaño Marivi Broto, consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales. Para mi significaba una nueva coincidencia con el origen de otra exposición: la de Maestras. Fue la consejera Broto, de Educación entonces, la que me hizo el órdago de organizar esa exposición que viajo hasta Olorón hacía seis años. Ahora, otro acto de la Asociación nos volvía a reunir.
Finalmente, a las 8:30 de la tarde de aquel día tan intenso, comenzó la proyección de “Gurs, historia y memoria”. Los historiadores señalan la necesidad de la intersección y el contraste de las memorias con los hechos objetivos que encuentran en la documentación; pero alguien como yo partidario del interaccionismo simbólico, me importan mas las memorias personales, las que hablan de amor, de sufrimientos, de ansiedad, de miedos.
El documental tiene emoción, tiene sentimiento, tiene rigor histórico porque cuenta con testimonios directos de Emile Valles, Raymond Villalba, Dorita Biec, Luis Ortíz, Rosarito Clemente y Esperanza Martinez; así como de la aportación de los historiadores Julián Casanova y de Claude Laharie y Josu Chueca. Las voces de Luisa Gavasa y Maria José Moreno. Los dibujos de Paco Roca. La música de Pablo Contreras. Y los técnicos, Santos López y Raquel Durán.
Técnicamente, el documental es una maravilla porque se han juntado los mejores: ilustrador , animación, montaje, música. Y todo ello coordinado por una directora que sólo necesita confianza y dinero para trasformar sus ideas en relatos llenos de memorias y de historia.
La producción cuenta con el entusiasmo de Anabel, la “insistencia” de Fernando y la sensibilidad de Veronica. Verónica se hace llamar Vero, que en italiano es verdadero, auténtico. Su relato es auténtico y determinado en el mensaje que quiere trasmitir: “Olvidaron que los muertos tienen vivos y los vivos memoria” (como dijo uno de los asistentes a un foro), que no se olvide las vivencias de los españoles del siglo XX, pero tampoco de las más cercanas en el tiempo: la de los refugiados sirios que escapan de la guerra. ¿Acaso hay tantas diferencias?
Al finalizar la proyección, el público permanece callado porque se necesita tiempo para asumir las emociones que el documental nos ha hecho aflorar, pero luego el entusiasmo de los primeros comentarios de Fernando llevan a un crescendo de levantar de manos para participar que sólo se rebaja por la hora de cierre del local. Nadie quiere marchar. Yo tampoco quiero olvidar este fin de semana lleno de memoria y de recuerdos, para reaccionar ante un presente que contemplamos anestesiados.
1 comentario:
Compartido el sentimiento y la emoción de un documental verdadero y lleno de justícia para quienes sufrieron la derrota, la prisión y el cruel exilio. Felicidades a los autores del documental y del lúcido artículo
Publicar un comentario