Observando la vestimenta de una adolescente que lleva una
cazadora militar de camuflaje, viene a mi recuerdo que también llevaba una
igual el hijo de mi amiga la pacifista. Esta coincidencia me lleva a pensar que
el capitalismo no sólo señaló que habían acabado las clases con la ascensión de
la llamada “clase media” que no era sino unos miembros de la clase trabajadora
a la que el capital les dio la oportunidad de tener privilegios siempre que los
pagase en cómo-dos plazos, o mejor, en muchos plazos como las hipotecas a 30
años para tenerlos hipotecados durante toda la vida laboral. Así, con una mano
pagaban un salario y con la otra recogían el plazo mensual.
Esto fue el primer round, pero luego llegó Fukuyama y dijo
que habían acabado las ideologías, mientras se preparaba el empobrecimiento de
aquella “clase media” a través de las operaciones casino de inversión bursátil.
Y ahora que no tenemos clases, debemos generar dicotomías y
maniqueísmos que enfrenten a los unos con los otros. Los occidentales con los
orientales, los autóctonos con los inmgrantes, los católicos con los
musulmanes, los del Madrid contra los del BarÇa, los de Podemos contra los de
Ciudadanos, los del Pp contra el PSOE, y así sucesivamente. Creo que la única
dicotomía que no les funcionó fue la de Coca Cola frente a Pepsi y quizás
porque no era el momento.
La moda bélica en la ropa de los adolescentes, la vestimenta
deportiva que se parece a la de las fuerzas especiales, todo me lleva a un
mundo en el que no puedo fiarme del otro porque puede ser enemigo. La llamada “bandana
pañuelo braga”, ese pañuelo que cubre el cuello y puede ocultarnos el
rostro como un
Niqab lo he visto en personas que
corren, en policías, en jóvenes antisistema, es decir, en personas que no
tienen nada que ver unas con otras pero comparten ese mismo objetivo: que no
les reconozcan.
La crispación no sólo está en unos políticos con intereses espúreos y que no conocen la historia porque en el bachillerato no la estudiaron y se la aprobaron, sino también en la calle, en los bares, en los trabajos, en nuestras fiestas, en la vida cotidiana. Aunque como dice Manuel Vicent "Todo esto demuestra que en realidad existen dos Españas, no la de
derechas o de izquierdas, sino la de los políticos nefastos y líderes de
opinión bocazas que gritan, crispan, se insultan y chapotean en el
estercolero y la de los ciudadanos con talento que cumplen con su deber,
trabajan y callan".
Porque cómo he recogido en Los Desertores de Joaquín Berges: "Las guerras no son fortuitas. No son una enfermedad o
un accidente. Son una forma deliberada y gratuita de matar a los hombres"
Todo esto por ver a una adolescente con una cazadora militar
de camuflaje. Vale,ya me voy al psicólogo!
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