Dice un amigo mío que estas fechas le recuerdan a la publicidad de su infancia:
"Llega la navidad con sabor a dulce y mazapán",
También recuerda el misterio de la noche de Reyes o la contemplación de la maqueta de tren que el "Sepu" ponía en su gran almacén. Papa Noel no se le esperaba. Pero antes, el día 22 de diciembre con mucho frío en la calle, él permanecía en la cama anotando los principales premios de la Lotería.
Pero luego, al convertirse en adulto, todavía encontró ilusión en poner los regalos en el árbol para su familia o bien montando los legos, playmobil, con su hijo en el día de Navidad.
El tiempo fue pasando y llegaron las navidades en las que falto el padre, fallecido en el otoño. Ya todo fue distinto. Hubo alegría porque había peques en la familia pero madre, hijos e hijas hicieron referencia con la boca o con los ojos al padre que ya no estaba.
Cuando los hijos crecieron, las navidades se convirtieron en un culto al consumo y una pesadilla encontrar el regalo que despertará un "¡oooh, muchas gracias!".
En atención a la diversidad multicultural e intergeneracional, el COVID-19 lo puso más difícil todavía. Tendremos que comunicar con familiares y amigos a través de videoconferencia. ¡Qué lejos veo en el pasado los días en que nos veíamos con Skype y qué cerca veo el futuro en que nos comunicaremos a través de hologramas como en la guerra de las galaxias!
En fin, llega la navidad con sabor a dulce y mazapán. Y si tiene que volver a casa por Navidad, ármese de paciencia porque va a ser más costoso (tiempo y dinero) llegar.
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