Mis tres últimos años en la Universidad de Zaragoza los he dedicado a la Dirección del Colegio Mayor Pedro Cerbuna.
El Colegio Mayor fue inaugurado por Alfonso XIII en 1925 que visitó Zaragoza con motivo del día de la Universidad. Inauguro la Residencia de Estudiantes tal como puede verse desde el minuto 4:43 del documental. Por tanto, ha sido un honor ser su director en estos tres años.
Tres años que han sido singulares porque atravesados por una pandemia cada uno se podría caracterizar::
Con Sandra Vázquez, codirectora |
2019-2020: El curso que fue roto el 13 de marzo por el confinamiento. Ese curso había hecho el propósito de aprender el nombre de todos los colegiales. Ya conocía un centenar cuando, como el propósito del Real Zaragoza que ocupaba los puestos de ascenso a Primera División, se me fueron mis esperanzas al traste.
2020-2021: Fue el año COVID. el año de los casos positivos, de los contactos próximos, de las pruebas PCR, de la desaparición de las actividades culturales, deportivas y festivas propias del Mayor.
En cualquier caso, ha sido una interesante experiencia llena de emoción, de familiaridad, de cariño, de trabajo coral en el que la Secretaria, la Conserjería, la Cocina, el Mantenimiento, la Limpieza han conseguido llevar adelante esta empresa. Entre todos conseguimos llegar a Julio de 2021 sin que hubiera que ser cerrado el colegio.
No puedo olvidar a los subdirectores, esos colegiales que en el día a día, llevan las riendas de la institución: María, Deva y Antonio en el primer curso, Marta y Juan Blas en el segundo. Y, especialmente, gracias a Salas y Elias que les tocó este último y duro curso con una gestión que fue ensalzada por el Consejo de Dirección y hasta por la Dirección General de Salud Pública.
Y no olvido a todos los colegiales que nos enorgullecían cuando organizaban una semana de teatro, un festival de música o cualquier otra actividad formativa pero tampoco a ese pequeño grupo que intentaba animarnos creando algunos problemas de convivenci.
El acto de apertura del curso el día 27 de noviembre contó con cuatro actuaciones musicales de los propios colegiales. A destacar: Un grupo de diez, 10, diez instrumentos de cuerda: seis violines, viola, violoncello y contrabajo. ¡Espectacular! O la colegial de segundo año: Rocío que cantó un par de jotas, una de composición propia relativa a la resaca de la fiesta de la noche anterior.
Un acto emocionante con el que cierro mi vida universitaria.
¡Viva el Cerbuna!
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