Después de doce crónicas del viaje por Irlanda, todavía quedan algunas reflexiones por poner por escrito.
En primer lugar, considerar qué tipo de viaje para dar la vuelta a Irlanda.
Puede ser "hacia adelante", es decir, te pones en la carretera y cuando llega la tarde buscas un lugar donde dormir. Ventaja: no tienes horarios, nunca vas hacia atrás. Inconveniente: Puede que pierdas mucho tiempo en encontrar alojamiento, si sois más de dos personas o viajas con niños puede estresar el viaje.
La otra opción es "campamentos base", la que nosotros elegimos esta vez: tener reservados una serie de lugares que funcionan como campamento base para visitar alrededores. Ventaja: no pierdes tiempo en encontrar el alojamiento, incluso ahorras tiempo y dinero porque puedes realizar las comidas en el campamento. Inconveniente: puede que hagas más kilómetros, ir y volver, y que no te puedas detener tanto tiempo en aquellos lugares que más te gustan.
Cuestiones generales:
Masificación: A pesar de la cantidad de espacio, los lugares comunes están muy masificados y terminan siendo no muy recomendables, por ejemplo, la visita a la Guiness nos la podíamos haber ahorrado. Además, las pantallas explicativas en seis idiomas entre los que no estaba el español son un motivo más para no gastar 25 euros y hacer la visita a la fábrica Ambar de Zaragoza que es más instructiva y más barata.
La visita a Irlanda del Norte para los de mi generación creo que es muy emotiva.
Dedíquese a la contemplación: paisajes, catedrales, el horizonte, el mar, las colinas, jardines, etc.
¿Qué me gusta de los irlandeses?
Amabilidad, ganas de hablar. Si no preguntas, ellos se acercan para hablar y ayudar si lo necesita.
Apoyo a los deportistas: he encontrado esculturas dedicadas a deportistas locales o un cartel de apoyo a los participantes en las últimas olimpiadas en la vitrina de la farmacia y de los comercios.
Su amor por la tradición que va desde respetar unas ruinas hasta la placa conmemorativa por algún motivo. Son una población principalmente rural. Recuerdo mi sorpresa en BlackRoad una localidad costera junto a Dundalk donde el sábado por la noche me encontré una fiesta para recaudar fondos que se celebraba en medio de la carretera en la que colocaron un par de conos para que los vehículos, que seguían pasando, lo hicieran lentamente y con cuidado; ya que desde el pub de enfrente la clientela sacaba sus cervezas.
Y colorín, colorado, esta experiencia en Irlanda ha acabado. Si ya has estado, quizás tu experiencia difiere de la mía, cuéntamela. Si no has estado, no dudes en hacerlo antes de que la globalización homogeneizadora convierta a Irlanda.
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