En realidad, esta entrada comienza el día 11, viernes, a las 18 horas en Tokio y finaliza el día 12, sábado, a las 20 horas en Zaragoza, cuando en Japón serían las 3:00 a.m. del domingo día 13.
Cuando me preguntan cómo son los japoneses, digo que son respetuosos, ordenados, poco flexibles y amantes de la jerarquía. Por eso, el comportamiento del grupo Pirené debió sorprender, “romper los esquemas”, a la guía japonesa que debía acompañarnos hasta el aeropuerto.
17:40 Llega la guía japonesa. Pregunta por dónde está Carlos, como responsable del grupo. Todo el grupo está presente salvo Carlos que estaba realizando algunas gestiones de última hora. Le decimos que nosotros podemos bajar el equipaje.
17:41 Empezamos a cargar las maletas en el autobús y recogemos el equipaje de nuestro guía para subirlo al autobús.
17:45 La guía japonesa sigue preguntando por Carlos. Le decimos que esta llegando.
17:50 La guía japonesa sigue preguntando e intentando saber cuántos viajeros tiene que tener. Le ayudo a actualizar su listado ya que dos compañeros de viaje han salido con anterioridad para el aeropuerto.
17:59 Llega Carlos. Ya le hemos informado por teléfono que hemos cargado su equipaje. Y le aplaudimos porque lo sentimos como al líder y guía del equipo.
No tengo constancia de cómo la guía japonesa durmió esa noche y cómo comentaría con su familia su situación. Supongo que algo parecido a lo que dijo Obelix después de machacar a unos cuantos legionarios: “Están locos estos españoles”.
Proceso de check-in rápido. Diez horas en el primer vuelo hasta Doha que aprovechamos para descansar. Hemos estado pateando Tokio por unos 29.000 pasos y después de la primera comida, nos dormimos.
El aterrizaje en Doha nos sorprende con una iluminación que muestra la riqueza que proporciona el petroleo. Tenemos cuatro horas hasta el siguiente vuelo; por lo que Carlos nos regala una visita al jardín botánico del aeropuerto. Las dimensiones de la terminal hacen que no sea fácil encontrarlo. Me impresiona el ambiente que se puede crear en pleno desierto. En los baños, una persona facilita papel a quien lo solicita y mantiene las instalaciones limpias. Las tiendas son todas de lujo y están abiertas a esta hora, las 5:00 a.m.(hora local) y no están puestos los precios, tampoco intente preguntarlos.
El segundo viaje a Barcelona resulta muy pesado pero tenemos la esperanza de que podremos descansar en los próximos días. Al llegar, el autobús nos espera a pocos metros de la terminal. Son las cuatro de la tarde y después de las continuas comida en el avión no sabemos si debemos comer o cenar. En cualquier caso, se promete una parada a una hora para saborear comida tradicional española: bocadillo de jamón y tortilla de patata. La llegada a Zaragoza huele a fiestas del Pilar y nos resulta ambivalente la sensación: alegría por la vuelta a casa pero tristeza porque vamos a dejar de compartir experiencias con una personas desconocidas hace quince días pero ahora son más que compañeras de viaje, hemos intimado para ayudarnos, para cuidarnos contagiados por la cosmovisión japonesa.